dilluns, 5 d’octubre del 2015

El franquismo: una larga posguerra

El día 1 de abril de 1939, Franco emitía el último parte militar en el que anunciaba el de fin de la guerra. El resultado final de la contienda fue la consolidación del régimen dictatorial que los sublevados contra la República habían empezado a construir desde octubre de 1936. Las autoridades republicanas o habían salido del país o se encontraban recluidas en las cárceles, repletas de personas del bando vencido, y en los campos de concentración, habilitados en esos años para albergar prisioneros.
El régimen implantado por Franco y los vencedores de la guerra perduró en España hasta 1975, año en el que murió el dictador. Si bien a presencia de Franco en la jefatura imprimió un carácter de continuidad a esta época, las instituciones no permanecieron inmóviles en los casi cuarenta años de pervivencia de la dictadura.
Se considera que el franquismo tuvo dos grandes etapas. La primera se desarrolló hasta 1959 aproximadamente y se caracterizó por el intento de establecer un Estado totalitario, que hasta el final de la Guerra Mundial se inspiró en el modelo fascista, y de dotar al país de autarquía económica. En torno a 1959 se produjeron una serie de cambios que llevaron a una nueva época, la del desarrollismo, y al intento de institucionalizar un régimen que pretendía hacerse pasar por un Estado de derecho.

1. La consolidación de la dictadura franquista
A medida que el conflicto proseguía, los discursos públicos y las inclinaciones políticas del caudillo de los nacionales tendieron crecientemente a adoptar el estilo y la sustancia del fascismo –esencialmente de la variedad italiana, y no alemana- pero nunca olvidó su naturaleza ecléctica e lo que más ampliamente fue denominado el Movimiento Nacional, es decir, los elementos diversos de militares, monárquicos, tradicionalistas, carlistas , políticos católicos e intereses de la clase media y de las elites que apoyaban a los nacionales. Auque Franco daría la impresión de inclinarse crecientemente hacia un fascismo más categórico en algunos aspectos de su política, durante el periodo que fue de 1939 a 1942, nunca dejó de sostener la alianza sincretista de facto de las diversas fuerzas y sectores que respaldaban su gobierno. Era también consciente que no era plenamente aceptado por todos los “camisas viejas” (miembros veteranos) de la Falange, cuya función contemplaba en términos más instrumentales que hegemónicos, y nunca olvidó que su principal base de apoyo se encontraba entre los militares.
Si una fue de inspiración política para el nuevo Estado brotó de una clase ecléctica de fascismo español, la otra fuente principal de inspiración cultural e ideológica procedía del catolicismo español, que se comprometió profundamente con la causa de los sublevados (con algunas raras excepciones) después de la gran oleada de terrorismo anticlerical que había marcado la primera fase de la Guerra Civil en la zona republicana. Los dirigentes eclesiásticos pronto bautizaron la lucha de los nacionales como una “cruzada” y la religiosidad pública rápidamente se puso a la orden del día. La práctica y la enseñanza católica fueron apoyadas prácticamente a todos los niveles del nuevo Estado, que pronto se convirtió de manera nominal en el más católico del mundo. El carácter de la dirección religioso proporcionada por la jerarquía de la Iglesia fue esencialmente tridentino y neotradicionalista, una especie de catolicismo fundamentalista que buscaba un renacimiento masivo público y privado del catolicismo en España, y no una reconquista, sino una recristianización.
Aunque la caridad cristiana podía ser practicada por algunas organizaciones eclesiales y por individuos católicos, el nuevo Estado al concluir la guerra civil, Franco no quiso establecer una dictadura militar transitoria como había sido la primitiva idea del general Emilio Mola, organizador fundamental de la rebelión de 1936. Su intención fue la de crear un nuevo Estado, "regenerador de España", que desterrara toda idea de liberalismo y de democracia liberal y, más aún, de comunismo, el gran enemigo vencido. Además, el nuevo régimen político se asentaba ideológicamente en una concepción unitaria del Estado, contraria a toda idea nacionalista o autonomista.

1.1. Un régimen totalitario
El nuevo régimen político de estableció como un sistema totalitario, sin Constitución y sin libertades democráticas, y en el cual todos los poderes se concentraban en la figura del Jefe del Estado, el general Franco. Se organizó un modelo político basado en la existencia de un partido único, FET y de las JONS, que tenía a su frente a un jefe del partido y del gobierno, dotado con el título de Caudillo y Jefe supremo de las Fuerzas Armadas. El sistema se inspiraba netamente en el de los Estados fascistas: Alemania e Italia, aunque a partir de 1945, tras la derrota de las potencias fascistas, las instituciones franquistas y la articulación de los poderes fueron cambiando pero sin perder nunca su carácter totalitario.
En realidad, Francisco Franco, vencedor de la guerra civil, había impuesto en España un modelo de Estado muy difícil de definir de forma estricta, pues era un híbrido o una amalgama de dictadura militar, Estado fascistas y monarquía absoluta sin rey. La voluntad dictatorial quedó bien patente a partir del desmantelamiento de todas las instituciones de la época republicana. Se suprimió la Constitución de 1931 y con ella todas las libertades individuales y colectivas, se prohibieron todos los partidos y las organizaciones sindicales y se abolieron los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco, a la vez que se prohibía toda manifestación de tipo nacionalista (lengua, partidos...).
La dictadura pretendió dar una imagen de legalidad con la promulgación de una serie de Leyes Fundamentales ya que en la España franquista no hubo nada semejante a una Constitución, al carecer de cualquier legitimación democrática. Este procedo de establecer unas leyes políticas básicas fue tan largo, que no concluyó hasta el año 1967 con la promulgación de la Ley orgánica del Estado. Las seis Leyes Fundamentales promulgadas por el régimen fueron el Fuero del Trabajo (1938), el Fuero de los Españoles (1945), que pretendían ser una especie de declaración de derechos, la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), Ley del Referéndum Nacional (1945), la Ley de Sucesión (1947), que preveía una monarquía como sucesora del franquismo y la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958).
Este poder en manos de Franco era en aquella época mayor que el de cualquier otro gobernante de la historia de España. Mientras que Mussolini estaba técnicamente subordinado al rey de Italia, Hitler retenía un Parlamento nominal y Stalin había promulgado una nueva Constitución soviética, Franco era el jefe de Estado absoluto con plenos poderes que podían ser ostentados indefinidamente. La ley de la Jefatura del Estado del 9 de agosto de 1939 declaró que retenía “de modo permanente las funciones de gobierno” y que solo estaba obligado a someter una nueva legislación a su propio gabinete “cuando razones de urgencia así lo aconsejen”. Aunque la sociedad y las instituciones españolas de posguerra no era estructuralmente totalitarias en términos de una propiedad o de un control gubernamental completo por parte del Estado, el régimen, en su propia teoría, comenzó como una dictadura personal más directa que la Italia fascista o que la de la Unión Soviética.

1.2. La estructura del nuevo Estado
En enero del año 1938, al tiempo que el Caudillo designaba su primer gobierno con la participación de falangistas, monárquicos y militares, comenzó la verdadera tarea de construir o institucionalizado el régimen. Franco era Jefe del Estado y del Partido y como tal era jefe del Gobierno, presidente de su Junta Política, a la vez que gozaba de poderes excepcionales para promulgar leyes en casos de urgencia. Por otra parte, los nuevos estatutos de FET y de las JONS del mes de julio de 1939 establecían que "El Jefe responde ante Dios y ante la Historia", lo que daba al Caudillo un poder prácticamente absoluto. La estructura política y la doctrina que sustentaban en Estado franquista fueron llamadas, cada vez más, el Movimiento Nacional.
La estructura se completó con el establecimiento de unas Cortes a las que se definió como "Órgano superior de participación del pueblo español en las tareas del Estado", que no tenían nada que ver con una verdadera representación democrática. Todos los representantes en Cortes, o procuradores, eran designados por el poder y entre ellos se encontraban los ministros, los miembros del Consejo Nacional de la FET y de las JONS y de la Organización Sindical. También había procurador "natos" por razón de su cargo, entre otros, los alcaldes de las mayores ciudades (que eran también, designados) y los rectores de las Universidades, más los representantes de la jerarquía eclesiástica. El régimen denominó a este sistema democracia orgánica. Asimismo, la justicia desapareció como poder independiente y quedó subordinada al ejecutivo.
En el plano territorial, el poder del gobierno se transmitía la vieja institución de los Gobernadores Civiles de cada provincia, que ahora, además, eran Jefes Provinciales del Movimiento. En cada provincia se instituyó también un Gobernador militar como prueba de esta dualidad del poder. También se restableció la vieja estructura militar de las Capitanías Generales, que había suprimido la República.
Otro gran poder del Estado fueron los Sindicatos Verticales, llamados posteriormente Organización Sindical, que dependía de un secretario generan con el rango de ministro. La Ley de Unidad Sindical se promulgó en 1940 y, basándose en la doctrina falangista que imitaba el modelo corporativo de la Italia fascista, establecía que empresarios y trabajadores se integrarían en un mismo sindicato por ramas de producción, llamado cada uno de ellos Sindicato Vertical. El Estado controlaba todo el sistema y la afiliación a los sindicatos era obligatoria.
La derrota del fascismo italiano y alemán hizo que a partir de 1945 el régimen procediera a una operación de "maquillaje" que, sin embargo, dejaba intacto el edificio dictatorial. Así se depuraron el lenguaje, los rituales y los símbolos más directamente fascistas como el saludo del brazo en alto. La organización del Partido perdió peso mientras lo ganaba la estructura del Gobierno.

1.3. Las "familias" del régimen
Franco no sustentó nunca su régimen en un solo grupo político o ideológico. De hecho, el poder se manifestó siempre en tres vertientes: civil, militar y eclesiástica; éstas eran las tres "autoridades" que se reconocían. La diversidad de influencias hizo que el régimen se sustentase sobre diversas "familias" o grupos de influencia. Unos eran grupos corporativos, como el Ejército o la Iglesia Católica, otros eran políticos, como la Falange, el Tradicionalismo o los monárquicos. Finalmente, también había asociaciones o grupos de presión de inspiración católica como el Opus Dei o la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNDP). En el franquismo tuvieron presencia, y estuvieron representados en los sucesivos gobiernos, la mayoría de las distintas "familias" que lo apoyaban.
Entre las diferentes fuerzas que confluyeron en la ideología del régimen, la influencia de la Iglesia, que fue uno de sus grandes sustentos, resultó determinante. A cambio de su apoyo, la Iglesia, que se había comprometido con el alzamiento fascista como si fuera una cruzada, se convirtió en un verdadero poder, gozó de privilegios e impuso la unidad católica con exclusión oficial de cualquier otra religión. Se hizo del catolicismo el fundamento principal de la ideología del régimen y del sistema educativo. Por ello, se habla de la dictadura franquista como un régimen basado en el Nacional-Catolicismo, puesto que estos dos rasgos, el nacionalismo español y un profundo catolicismo conservador, fueron los ejes ideológicos del régimen político instaurado tras la Guerra Civil en el Estado español.
La Falange, otro de los grandes pilares, fue perdiendo poder progresivamente y sus primitivos ideales de tipo fascista se fueron convirtiendo en un aparato burocrático que sólo conservaría algún poder en el Consejo Nacional del Movimiento, una especie de segunda cámara de legislación, y en los Sindicatos, aunque éstos se transformarían también en una burocracia de control del mundo obrero.
El Ejército fue siempre la columna vertebral del sistema y nunca discutió el poder del Generalísimo. Su fidelidad fue recompensada con numerosos nombramientos para altos cargos de la Administración civil, cargos sindicales y hasta consejos de Administración de empresas públicas y privadas. Franco solo tuvo algunos problemas con los generales partidarios de una pronta restauración de la monarquía. Franco no tenía, ni parece sur hubiese tenido nunca, la menor intención de reponer la monarquía. Sin embargo, mantuvo relaciones, aunque difíciles, con quien era el heredero de la Corona, Juan de Borbón, tercer hijo varón de Alfonso XIII.

1.4. Puritanismo ideológico y control social
El franquismo impuso profundidad cambios en la vida cotidiana, en los comportamientos políticos, culturales y religiosos de la población. Lo que en los años treinta, los años de la República fueron libertades y amplitud de opciones para las organización de la vida privada se transformó, a partir de los años cuarenta, en un intento de control social e ideológico de todos los españoles.
En lugar de intentar superar el legado de la Guerra Civil, el nuevo régimen lo afirmó de manera acentuada como una base de su poder. Un decreto del 25 de agosto de 1939 estipuló que el 80 % de todos los puestos estatales ordinarios quedarían reservados para los veteranos del Ejército, civiles que habían realizado sacrificios especiales por la causa, y parientes de las víctimas del “terror rojo”.
Por lo pronto, se produjo una vuelta al campo de la población, una especie de ruralización de la sociedad. No sólo porque las difíciles condiciones económicas para poder vivir en la ciudad (falta de abastecimientos alimenticios, vivienda, trabajo, etc.) obligaron a la búsqueda de una vida mejor en el medio rural, sino también porque el propio régimen se ocupa de ensalzar doctrinalmente las virtudes de la vida sencilla del campo frente a los peligros de la ciudad.
En el aspecto político, se crea en organizaciones e instituciones de encuadramiento político e ideológico. La organización juvenil fue el Frente de Juventudes, de pertenecía obligatoria, que organizaba campamentos, concentraciones y ciclos educativos de formación política. La rama femenina del Movimiento era la Sección Femenina de FET y JONS, dirigida por Pilar Primo de Rivera y se encargaba de organizar un servicio social que las mujeres debían hacer, equivalente al Servicio Militar de los varones. Otras instituciones similares eran Educación y Descanso o Auxilio Social.
El régimen introdujo en la enseñanza clases obligatorias de Formación del Espíritu Nacional en las que se exponían los principios básicos de la doctrina falangistas y que eran impartidos por miembros de Falange. Asimismo, se impuso un estricto control social, acompañado de una fuerte represión ideológica. Una rígida censura sobre las actividades lúdicas, sociales y culturales pretendía sancionar cualquier transgresión, impedir el contacto con las corrientes culturales del exterior y potenciar la difusión de los valores folclóricos españoles como los únicos posibles para el consumo popular. Por eso nos libros, periódicos, películas, etc., eran sometidos a una censura estricta, y que no sería algo más laxa hasta la década de los años sesenta.

Por último, el nacionalcatolicismo permitió evangelizar a la población y le dio el monopolio de la educación, lo que provocó la liquidación de la escuela pública, democrática y progresista, y su sustitución por una escuela privada, clasista y represiva. La familia se convirtió en la unidad social básica, que implicó la vuelta de la mujer al papel doméstico tradicional, de madre que cuida del hogar, a sus hijos y sumisa al marido. La Sección Femenina velaba por la difusión de este rancio ideario, y colaboraba en la destrucción de toda perspectiva emancipatoria.

dijous, 2 de gener del 2014

Informe de Joaquín Gómez de Liaño sobre la memoria presentada por el duque de San Carlos, Embajador en Londres, de 27 de junio de 1818, sobre los medios de pacificación de América

ES.41091.AGI/21.14.5//ESTADO,89,N.90

Informe de Joaquín Gómez de Liaño sobre la memoria presentada por el duque de San Carlos, Embajador en Londres, de 27 de junio de 1818, sobre los medios de pacificación de América. 8 h. en 4º.

Pacificación.
Dictamen sobre la nota del embajador duque de San Carlos, dado por Javier Gómez de Liaño.

Excelentísimo señor.
El Rey quiere que la Junta le informe con urgencia acerca de la memoria que el embajador duque de San Carlos ha dirigido desde Londres el 27 de junio último. Si la gravedad del asunto no excusase suficientemente mi celo, yo me abstendría de dar mi dictamen particular en la materia, y sujetaría mi opinión en un todo a la conocida sabiduría y acierto de las medidas que anteriormente ha propuesto la Junta; pero los males inmensos que por todas partes afligen a nuestra triste patria, exigen que todo español honrado levante su voz enérgica hasta el Trono, para precaver la ruina que amenaza.
Por desgracia la Junta no podía dejarse convenir con el duque sobre los tres punto esenciales que abarca su memoria: a saber, el espíritu de rebelión que ha echado tan hondas raíces en toda América, la indiferencia o tal vez placer con que todas las potencias de Europa miran su emancipación, y nuestra casi absoluta impotencia para reducir al orden a los facciosos. Tristísimos, son, señor, pero exactos los coloridos con que se pintan nuestros negocios en Ultramar; y los últimos sucesos de Chile añaden nuestros e inminentes riesgos en la América del sur que no es posible disimular. ¿Quién ignora ya las relaciones que unen a los reinos de Chile y del Perú, y que éste, dependiente en gran parte de Chile que le suministra casi todos los granos y otros artículos de consumo indispensable, no puede existir largo tiempo en tan violenta situación? ¿Ni quién podrá lisonjearse que el Perú, solo, exhausto de medios para guerra tan porfiada, y abrigando en su seno el germen de la discordia que más de una vez ha asomado su cabeza mortífera en algunas provincias, podría a un mismo tiempo contener por un lado el Ejército de Belgrano, y la insolencia pronto de San Martín, que amenaza llevar el hacha de la rebelión hasta las puertas de Lima, protegido tal vez por fuerzas extranjeras?
Yo no me atrevería a suponer la cooperación extranjera para un atentado que va a incendiar todas nuestras colonias del sur, y a comprometer quizá toda la América, si la Memoria que debemos examinar, y otros mil datos que abundamos todos, no me autorizasen para ello más de lo que fuera de desear. Si la gratitud pudiese dirigir las operaciones políticas de los gabinetes, la Europa toda, que debe principalmente a la magnanimidad generosa del pueblo español, el reposo y la felicidad que actualmente disfruta, la Europa entera cooperaría eficazmente en nuestro favor para impedir que la ingratitud ominosa de los rebeldes de Ultramar, rasgase infamemente el seno afligido de la Madre patria. Pero la experiencia nos acredita, y la razón nos convence amargamente, que solo el interés de los pueblos que mandan es el movil de todos los gobiernos; y la uniformidad de sentimientos con que el embajador observa a todos los gabinetes de Europa respecto de las disensiones de nuestras Américas, es la prueba más irrefragable de las ventajas que conoce claramente les producirá la emancipación de aquellas, y de lo mal segura que será toda esperanza, que no nazca en este negocio de nosotros mismos. Es una verdad indisputable, hablando en general, que la emancipación de todas colonia de su metropoli es útil a las demás naciones, porque destruye el comercio exclusivo que establece el sistema colonial, y debilita el poder de quien fácilmente puede un día ser enemigo.
Sobre el abatimiento y miseria a que ha llegado la monarquía española, y que lamenta el embajador, es casi inútil toda reflexión. La Junta no puede dejar de reconocerlos, y de llorar dolorosamente con todos los buenos sobre el origen conocido de todos nuestros males que no está en su arbitrio remediar. Pero yo hubiera deseado que el embajador que se halla por tantos títulos hondamente penetrado de la situación nuestra, hubiera dicho francamente al Rey nuestro señor cuales esa medida enérgica que debe dictar la sabiduría del Consejo y de sus ministros para remediar en lo que sea posible una parte de loa males que están amenazando de nuevo a la nación. Esta determinación, añade el embajador, estando necesaria cuanto que si se deja pasar la próxima oportunidad de apurar las intenciones de los Soberanos que van a reunirse en el Congreso de Aquisgrán, y de intersarlos en cuanto sea posible en la pacificación de las Américas, no es fácil se presente otra ocasión más favorable para combinar con ellos las medidas que crea deber tomar el Gobierno para conseguir este importante objeto.
Este lenguaje misterioso y la indicación reuna medida enérgica, que ha reservado en su mente el embajador cuando escribía, casi dispensaría a la Junta de dar dictamen sobre un punto que es preciso adivinar, si los respetos debidos al Trono y el amor santo de la patria no debieran hacer posponer toda otra consideración, y no obligasen imperiosamente a la Junta a dar su voto, aunque en resumen, sobre las diferentes medidas a que puede referirse el embajador, y que han sido presentadas en distintas épocas al Gobierno.
Yo no creo que la situación de las cosas pueda lisonjearse que las medidas de política y beneficencia que en el estado actual puede tomar el Gobierno respecto de sus colonias, sean suficientes para apagar el fuego que las devora. Y si es indispensable la fuerza de las armas para conseguirlo, es preciso que se dirija una expedición de dieciséis mil hombres, por lo menos, en derechura al Río de la Plata, fuerte para atacar o contener a un tiempo a los orientales y a los portugueses, y para arrancar de Buenos Aires la raíz de la rebelión que se extiende desde allí a toda la América del sud; expedición que no sería ya conveniente enviara las costas occidentales después de los desgraciados sucesos de Chile.
Pero el embajador quiere que se interesen las potencias extranjeras en esta suspirada pacificación, y yo no veo más que dos medos para poder conseguirlo, y se reducen o a concederles el comercio en todo o en parte con nuestras posesiones de Ultramar o a cederles alguna parte considerable de los territorio que allí poseemos para que nos auxilien en la pacificación, y nos garantices la posesión tranquila de las demás.
Doloroso sacrificio es por cierto abrir los puertos del nuevo mundo al comercio de los extranjeros, pero sacrificio indispensable y que reclama imperiosamente la política, el bien de la humanidad, y sobre todo el abatimiento de nuestro antiguo poder. Pero jamás será mi opinión la de aquellos que quieren repartir entre las potencias extranjeras una porción considerable de nuestros dominios, ni mi voto suscribirá nunca a esta infamia del nombre español, ni a la injusticia ni a la impolítica que envuelve semejante idea. Sería esto remediar una calamidad con otra más desastrosa; porque, sin disputa, vale más las Américas se emancipen conservando en cuanto sea posible las relaciones que la religión, las costumbres, y la lengua han formado entre siglos, y han de conservar nuestro comercio largo tiempo, y en cuanto el estado de nuestra agricultura e industria lo permita; que venderlas vilmente al extranjero para que nos cierre quizá sus puertos, y aflija con males sin limites de los descendientes de nuestros padres.
Así me dictamen es que la Junta proponga a S. M. como únicas medidas decorosas que encuentra para la pacificación de las Américas, el apresto de la expedición que he indicado sin perder los momentos preciosos que nos restan, y haciendo si es preciso iguales sacrificios a los que refiere la historia que costaron su descubrimiento y conquista; y que para interesar en nuestro auxilio a las potencias extranjeras les proponga desde luego la libertad del comercio con nuestras colonias en los términos que la política y la conveniencia pública prescriben. Madrid, 27 de julio de 1818.
Excelentísimo señor
Joaquín Gómez de Liaño (rubrica)
Reservadísimo.
Excelentísimo señor.

Bien persuadido de los conocimientos de V. E., y amor al Rey nuestro Señor, no dudo enviará pronta y reservadísimamente el informe que de Real Orden pido sobre los puntos siguientes.
  1. Si por lo adelantado de la estación u otras causas hubiera de retrardar la slida de la Expedición preparada para el Río de la Plata hasta la oportuna estación, ¿cuál será el uso más conveniente que hacerse puede de las fuerzas navales reunidas, atendiendo al estado de nuestras colonias, que es bien conocido de V. E.?
  2. ¿Sería conveniente y practicable el bloqueo de Buenos Aires?
  3. Supuesta la afirmativa ¿qué fuerzas serían necesarias?
Espero pues del acreditado celo de V. E.,me informe lo más pronto posible, y con la exactitud, y claridad propias de su distinguido carácter, cuanto tenga a bien expresarme sobre el particular.
Don Juan Latre, comandante de las Infantas Casa de los canonigos.
Don Antonio Pilón, comandante de Hortaleza frente a la Escuela Pía.
Don Nicolás Estrada.
Don José Bustamante.
Don Fernando La Serna.
Excelentísimo señor.
En cumplimiento del informe reservado, que de Real Orden me manda V. E., dar sobre los tres puntos, que contiene su oficio del 26 del mes próximo pasado respondo en el mismo orden lo siguiente:
  1. Las fuerzas navale reunidas convendrá conservarlas en Europa sí para el tiempo oportuni ha de verificarse la salida de la Expedición preparada para el Río de la Plata; pues de lo contrario, es muy expuesto, a que no pueda cumplirse, cuando la buena estación, y otras buenas causas lo permitan, por la gran distancia a que están nuestras colonias de América, incidentes que allá, y en la navegación pueden ocurrir, y por el mal estado en que debe tenerse, lleguen muchos de sus buques, cuando regresen a Europa: se necesita sin embargo de lo dicho, indispensablemente pronto en las aguas de la Costa Firme de la América un número competente de embaraciones de guerra: también convienen algunos buques en el seno mexicano, y aumentar algún tanto, si es posible, la fuerza marítima que se encuentra en el Pacífico,
  2. Creo, sería conveniente, y practicable el bloqueo de Buenos Aires, si los buques a él destinados pudiesen salir y entrar libremente en el puerto de Río de Janeiro, teniendo además el plenipotenciario del Rey nuestro señor en aquella Corte los caudales necesarios, para el acopio de víveres, y otro diversos artículos, que necesita reemplaar, y consumir de continuo una Expedición marítima, especialmente si se ha de permanecer cruzando muchos tiempo el tempestuoso, y peligroso Río de la Plata: o si, volviendo posesionarmos del puerto de Montevideo, pudiesen ya entonces entrar en él los buques de la Diviión para el reemplazo de víveres, y remediar las averías, que se sufren en aquellos mares con frecuencia. Si no se consigue, o no puede efectuare uno ni otra, tampoco puede absolutamente estabecerse con utilidad el bloqueo del Río de la Plata; pues este dista mucho de nuestros puertos de Europa, único recurso con que, en tal caso, podría contar los buques mencionados del bloqueo.
  3. Para bloquear Buenos Aires en el caso primero arriba referido, serían suficientes dos navíos, y cuatro fragatas, todos de sólida construcción, que alternativamente se fuesen relevando en el crucero; y en el segundo prodrían ser bastantes un navío, y tres fragatas: esto se entienda, que es en el supuesto de continuar la buena inteligencia, y armonía, que actualmente reina entre todas las potencias de Europa, Brasil, y Estados angloamericanos. Y es cuanto alcando, para decir a V. E., en constración a su mencionado oficio.
Dios que a V. E., muchos años, Madrid, y febrero 4 de 1820.
Excelentísimo señor.
Juan de Latre (rubrica)
Reservado.
Excelentísimo señor.

En cumplimiento de lo que V. E., se sirve prevenirme de Real Orden en carta muy reservada de 26 de enero último, y que recibí de sus manos en la noche de ayer,, ppara que informe acerca de los tres puntos a que se refiere el expresado ofiio, debo exponer a V. E., lo siguiente.
  1. Si la Expedición preparada para el Río de la Plata hubiese de retrasarse por lo adelantado de la estación, u otras causas, sin renunciar enteramente a ella, no puede hacerse uso de las fuerzas navales de S. M., destinadas al efecto, porque el número de buques de guerra es bien limitado, y debe emplazarlos en hostilizar a los corsarios insurgentes en cualquiera de las costas de nuestras Américas, frustraría aquella empresa, y otra de aquella naturalezaque deban emprenderse, según lo exijan las circunstancias que el mejor servicio de S. M.
Bien conocida es la urgente necesidad de mantener fuerzas navales en Cartagena de Indias,y demás puertos de Costa Firme y seno mejicano; como también en los de Lima y Chile, para proseguir y acabar con los corsario insurgentes, y cuidar que se halla en el caso de intentar expediciones y desembarco de tropas en los puntos que más les convenga, y que sin fuerzas superiores de la Marina Real no pueda evitarse por las tropas de S. M., en una tan dilatada extensión de las costas de aquellos dominios; y por lo mimo me pasa que deben destinarse a este importante objeto el número de buques de guerra necesarios que no hagan falta para la expedición preparada y demás comisiones que se envíen preferentemente.
  1. El bloqueo de Buenos Aires solo puede ver conveniente, presciendo de nuestras relaciones policiales, retardándose y no renuciando a la expedición preparada, y con tal que los buques de guerra que deban emplearse en dicho objeto, cuenten con segura arribada y buena acogida a los puertos de Montevideo y Río de Janeiro, donde se les proporcionasen viveres, reemplazando de todos los efetos de preciso consumo en la navegación, y repaso de lo avisos que deben experimentar de resulta de los fuertes temporales propios de aquella altura, que siendo de consideración solo pueda remediarse en Río de Janeiro.
  2. Supuestas las condiciones establecidas en el artículo precedente, me prece bastante seis buques de guerra para mantener dicho bloqueo, que no deben ser de menor porte que fragatas o corbetas de fuerza para que hostilicen con fruto a los corsarios insurgentes, y no faltar el número de buques precisos para mantener el crucero, mientras que los demás hacen viveres y reparación sus acciones en los propios puertos intitulados.
Todo lo que he creído debo manifertar a V. E., en cumplimiento de lo que tuvo a bien prevenirme en su indicado oficio.
Dios que a V. E., muchos años. Madrid, 4 de febrero de 1820.
Excelentísimo señor.
Antonio Pilón (rubrica)
Muy reservado.
Excelentísimo señor.

En virtud de la Real Orden que V. E., se sirve comunicarme, en su reservadísimo oficio de 26 de enero, recibido en 9 del mes de la fecha; para que diga mi parecer sobre los puntos que contiene su citado oficio, lo ejecuto en cuanto alcancen mis cortos conocimientos.
En este supuesto, refiriéndome a la pregunta que se me hace en el primer punto, si por lo adelantado de la estación, u otras causas, se hubiera de retarsar la salida de la Expedición preparada en Cádiz para el Río de la Plata, hasta la oportuna estación, ¿cuál será el uso más conveniente que hacerse puede de las fuerzas reunidas en Cádiz, atendiendo al estado de nuestras colonias?
Respuesta = Me parece que sin incluir las lanchas cañoneras en razón a la estación presente, se podrían destinar a recorrer la Costa Firme, tanto por el ánimo y valor que influiría su presencia en aquellos habitantes que siguen en favor de la buena causa, y de S. M., como de abatimiento y sorpresa de los insurgentes y armadores de corsarios.
Debiendo ser el objeto de estas fuerzas sostener en cuanto les sea posible aquel Ejército, batir y destruir la multitud de corsarios que infestan aquellos mares, con incalculables males del comercio nacional; batiendo igualmente cualquier punto de la costa dominado por los insurgentes; si se hallase al alcance del tiro del cañón, y con fondo suficiente para aproximarse los buques.
Concluida esta operación, convendría que dichas fuerzas se dirijan al seno mejicano, dejando allí una División de una fragata con dos corbetas, y dos bergantines para recorrer dicho seno, haciendo contra aquellos corsarios la operación indicada, restituyéndose después a La Habana, incorporándose con la escuadra, la que sin detenerse en el seno mejicano, se había dirigido en derechura al mencionado puerto, por no exponerla a descalabros y averías, que seguramente expermentaría, por la extraordinaria furia con que soplan los nortes en la presente estación.
El comandante general de la Expedición deberá regresar a Cádiz, sin detenerse en La Habana, mas que el muy preciso tiempo para carar los buques de tabaco, azucares y café, para resarcir en parte el costo del armamento, bien sea por cuenta de particulares, o del Gobierno, si S. M., lo aprobase.
En cuanto al segundo punto sobre si el bloqueo de Buenos Aires, en practicable y conveniente, creo muy oportuno, para mayor inteligencia de V. E., hacer antes una sucinta explicación de la localidad del Río de la Plata, cuya extensión en su entrada es de 50 leguas, desde la isla de Lobos hasta Punta de Piedras, que son los puntos que la forman.
En el promedio del río se halla situado un bajo de poco fondo que nombran el banco ingles, con mucha extensión de Este a Oeste, el que forma con la costa del nore una canal, y otra con la del sur, por la que entran y salen las embaraciones de Montevideo y Buenos Aires, en cuyas canales se experimentan unas fuertes corrientes que se aumentan con los vientos del segundo y tercer cuadrante, que son los más tempestuosos y temibles, por la furia con que soplan en la estación del invierno, y porque son contarios a la salida de dicho río, exponiendo a mayor riesgo y perdida en el banco inglés cuanto mayores sean los buques, porque las corrientes obran con mayor fuerza sobre ellos, a causa de su calado, aproxiándolos al peligro, y del que no pueden libertase, porque la furia del viento y la mucha mar que este levanta no permiete regir la vela necesaria, sin exponerse a un descalabro general, y por consiguiente la perdida se verificaría más pronto, como lo acreditan los repetidos ejemplares de las muchas embaraciones perdidas en el expresado banco inglés, por cuyas razones no debe dudarse que el bloquoe en el Río de la Plata es impracticable en la estación del invierno.
No así en la del verano, cuyo bloqueo se puede practicar con una escuadra compuesta de fuerzas capaces de oponerse a las que pueda traer un enemio que venga de a fuera en auxilio de los insurgentes, con la precaución que la escuadra se mantenga fondeada siempre que se experimenten calmas o vientos bonancibles, para evitar el riesgo que pueden ocasionar las corrientes, apromando los buques al banco inglés; por cuya razón soy de parecer que no se practique dicho bloqueo más interesado en el río, a no ser el ancla, por el más próximo peligro que hay de varar, o de hacer repareaciones involuntarias que disminuyan las fuerzas.
Pero en el caso que no se tenga una seguridad prositiva de la neutralidad de los portugueses, y verdadero concimiento de sus fuerzas, es necesario no dejarlas por las espaldas al tiempo de batir la de los insurgentes, bloqueando antes aquellas en Montevideo por medio de una línea de los navíos de la Expedición fondeados al frente de dicha rada para impedir su salida.
En cuanto se me ofrece, o alcanza mi corto talento en respuesta al oficio de V. E., que he recibido.
Dios que V. E., muchos años. Madrid, 14 de febrero de 1820.
Excelentísimo señor.
Nicolás de Estrada (rubrica)
Reservado.
Excelentísimo señor.

Me he enterado del oficio de V. E., 26 del próximo pasado con toda la detención que exige el informe que V. E., me pide de orden de S. M., contrayéndole a los tres puntos que se expresan en él; y para cumplir debidamente con las prevenciones que V. E., se sirve hacerme guardaré el orden de copuar y responder a continuación a cada uno de los citados puntos.
  1. “Si por lo adelantado de la estación, u otra causas, se hubiese de retardar la salida de la Expedición preparada para el Río de la Plata, hasta el tiempo oportuno, ¿cuál ería el uso más conveniente que hacerse podría de las fueras navales reunidas, atendiendo al estado de nuestras colonias, que es bien conocido de V. E.?”
Si acaso no hubiese atenciones para emplearse una parte de estas fuerzas en conducir pertrechos de guerra o remover tropas de unos puertos a otros en la Península, e islas Baleares, y las Canarias, podría formarse una División escogida y respetable compuesta de un navío, dos fragatas y otros buques menores de un sobresaliente andar que dirigiéndose a la América septentrional, recorriendo las costas de Puerto Rico, Costa Firme, y los puntos de Trujillo, Campeche, Veracruz, y La Habana para batir y apresar los buques enemigos que encuentren; recibiendo al mismo tiempo las noticias que convenga para saber de otros cruceros que tengan, y del estado en que se hallen aquellas posesiones de S. M.
Si el tiempo que se emplease en esta comisión pudiese combinarse en el de regresar para cuando S. M., se proponga la salida de la Expedición, sería en mi concepto conveniente, y económico a la Real Hacienda que esta División cargase en Veracruz y La Habana de los caudales, frutos y efectos que allí hubiese de cuenta del Rey nuestro Señor y de particulares; dirigiéndose a este fin órdenes reservadas, y con anticipación a los jefes respectivos para evitar demoras en la carta, y que no se penetre por los enemigos el destino de estas fuerzas hasta que se presenten en aquellos mares.
Considero asimismo que sería conveniente reforzarse con otro navío las fuerzas actuales de la América meridional destinándose el que se halle en el mejor estado para montar el cabo de Hornos, con el fin de evitar las arribadas y carnas que son en el puerto de El Callao muy costosas. Entonces reunidos dos navíos de guerra con las fragatas y demás buques de aquel apostadero no solo podrían ocuparse en cubrir las costas al norte y sur de Lima, protegiéndose su comercio, si no también en transportar; si los casos lo exigiesen, las Disiviones de tropas de unos puntos a otros sin necesidad de los crecidos gastos que cuestan los tranportes al Real Erario.
  1. “¿Sería conveniente y practicable el bloqueo de Buenos Aire?”.
No solo sería conveniente sino de la mayor utilidad al servicio de S. M., que el bloqueo propuesto fuese practicable en las circunstancias presentes de aquellos dominios. Con solo observar la gran distancia de la boca del Río de la Plata desde el lado de Santa María hasta la Punta de Piedras en la costa del sur, y sin tener el puerto de Montevideo ni el de Maldonado ni punto alguno de aquella costa para las comunicaciones y auxilios indispensables, se convence de la imposibilidad de poderse bloquear aquel río. El establecer los cruceros de los meridianos o al oeste de las islas de Lobos y, de Flores con la fuera e irregularidad de las corrientes, sin tener apoyo alguno en la costa, ni creo podamos esperarlo en el día de los portugueses, todo esto aumenta mucho los peligros que ofrecen aquellos parajes por el escollo del banco inglés, el cual forma el paso ordinario con dicha isla de Flores para dirigirse a Montevideo.
Bajo este concepto omitiré contestar a V. E., sobre el tercer punto mediante a que estoy por la negativa del expreado bloqueo, y concluiré exponiendo a V. E., que las fuerzas restants que quedasen de las que se hallan reunidas en Cádiz después de los destinos que dejo indicados para una parte de ellas, siempre considero necesarias que ejecutan aquellas, en el mismo puerto para ocurrir prontamente a las atenciones imprevistas, sobre todo por el estado notorio de nuestas colonias.
He procurado de esta contestación cumplir la orden de S. M., y corresponder a la distinguida confianza con que me ha honrrado por el conducto de V. E.
Dios que V. E., muchos años. Madrid, 14 de febrero de 1820.
Excelentísimo señor.
José de Bustamante (rubrica)
Reservado
Excelentísimo señor.

En la particular que de Real Orden se sirvió V. E., comunicarme en 26 del pasado, a comprender tres puntos, y para informar acerca de ellos como se me pide, procederé guardando la debida precisión y separación de cada uno.
Por el primero se pregunta si por lo adelantado de la estación, u otras causas se hubiese de retardar la salida de la Expedición preparada para el Río de la Plata hasta la oportuna estación, ¿cuál sería el uso más conveniente que pudiera hacerse de las fuerzas navales reunidas en Cádiz, atendiendo al estado nuestras colonias?
Una vez dada la hipótesis de haberse de diferir la Expedición; cualquiera que sea la causa; no dudaría decir que es indispensable emplear los buquesde guerra que existen en el puerto de Cádiz de modo que reporten alguna utilidad, y que el destino preferente sería enviar un navío y dos fragatas de las más veleras y mejor pertrechadas a recorrer el golfo de México y limpiarlo de los corsarios y piratas que infestan y arruinan el comercio; y que otra División igual se dirigiese desde La Habana al mar de las Antillas, sus islas, costa de Tierra Firme, Cartagena, Venezuela, Caracas, Margarita y Trinidad hasta las bocas del Orinoco, por el propio objeto de impedir los auxilios de tropas, armas, municiones y viveres que reciben los insurgentes y con cuyo apoyo se hace a la Nación por algunas potencias una guerra más injuta y funesta que si la hubiesen declarado abiertamente.
En cuanto al virreinato del Perú y sus costas en el mar del Sur no aparece por ahora urgente ni aún necesario el aumento de buques de guerra; estando allá las fragatas la Esmeralda y la Venganza y las corbetas Sebastiana con dos bergantines, y habiendo llegado después el navío San Telmo y la fragata Prueba, refuerzo que asegura y, decide la superioridad de nuestra Marina sobre el enemigo y le imposibilita a emprender ningún desembarco, y mucho menos ataque de tierra, comparado el número y calidad de sus tropas con las que reune aquel jefe y las que componene el Ejército Real del Alto Perú.
Caminando bajo el propio supuesto de retardarse la Expedición, entiendo que convendrá también establecer un crucero temporal de algunos buques de guerra sobre el Río de la Plata para interceptar sus corsarios, y presas, dando al mismo tiempo a sus comandantes la comisión de reconocer no solo los puntos más a propósito para el desembarco, que son muchos a la orilla derecha del río, sino además fuera de él sobre la costa del mar Atlántico desde el cabo meridional de Santo Antonio hasta la bahía de la Ascensión, en cuya corta distancia hay parajes cómodos y seguros para el desembarco del Ejército y para poder tomar la espalda y apoderarse de la ciudad de Buenos Aires, frustrando todas las obras de defensa, baterías y atrincheramientos que hayan proyectado a las margenes del río.
Debe contarse con que una tercera parte de la escuadra no se separe de los puertos de España, donde es muy esencial en la delicada situación presente, por si ocurriese alguna turbación imprevista en los cuerpos militares de Asturias, Galicia, Granada, Valencia, Cataluña u otra de las provincias marítimas o sus inmediatas, poder acudir al transporte de tropas y pertrechos que se necesiten, con la rapidez que no es fácil verificar por cierta; y asimismo para dar convoy y protección a las embarcaciones que se expiden por el comercio o que regresan con cargamentos de la América a la Península.
El segundo punto de los que contiene el oficio de V. E., en la pregunta de si será conveniente y practicable el bloqueo de Buenos Aires.
En su contestación debo manifestar que la escuadra que entre en el Río de la Plata no tiene punto alguno de abrigo ni seguridad para poderse mantener contra los vientos sudoestes que llaman pamperos sumamente violentos, aunque por fortuna no muy frecuentes ni durables, pero suelen soplar a la entrada de los inviernos desde el mes de mayo y en el rigor de las mismas estaciones. Tampoco la navegación de aquel río deja de ser peligrosa por el fondo variable que forman los bancos de arena movedizos al encuentro de las corrientes con el flujo y reflujo de las mareas, experimentándose algunas veces por su impetuosidad el naufragio de buques mayores sin temporal. El único recurso para resistir es el de las anclas, y cables en que aventajan los ingleses por los abundantes repuestos, la mejor preparación y largura con que construyen los suyos. Finalmente no permite el río la ejecución del bloqueo a su embocadura por la inmensa extensión de cerca de cincuenta leguas que consta del cabo de Santa María en la banda del Norte al de San Antonio en la del Sur.
El tercer punto se refiere a la pregunta de las fuerzas que serán necesarias para el bloqueo en el caso que convenga y se pueda realizar.
Como del artículo antecedente resulta la convicción de las dificultades invencibles para llevar a efecto dicha empresa en el estado actual, se excusa el examen del computo pedido en el contario sentido de la afirmativa. Sin embargo añadiré que si la ambición portuguesa y sus antiguos designios de usurpación no la hubieran sugerido los pretextos de romper la demarcación de sus límites sobre el Río grande de San Pedro y adelántarlos a Montevideo y, a la colonia que fue del Sacramento con toda la parte oriental del Río de la Plata, seguidamente al abrigo de aquellos dos puertos no sería absolutamente impracticable el cortar a Buenos Aires la comunicación, el recibo de provisiones y el tráfio ilícito de efectos de contabando de gruesa que hacen las banderas extranjeras.
Por la provación de aquellas propiedade de la Corona retenidas interinamente a ley de depósito era muy propio que en principios de reciprocidad mandase S. M., la escuadra y armamento en derechura desde Cádiz a tomar la isla de Santa Catalina, como se hizo el año de 1776, y teniendo por vía de vanguardia un excelente puerto para sus fuerzas navales pudiera desde allí poner el bloqueo de Buenos Aires reemplazando los buques destinados a él a medida que necesiten reparación o pertrechos y viveres.
Es de presumir que el delicado ánimo del Rey repugne toda apariencia aún la más leve de invasión a pesar de la conducta del Gobierno del Brasil, y que la opinión pública anuncia que existe un convenio con los porteños de entregarles la plaza de Montevideo para su defensa al arribo de la Expedición, y que además han aportado tropas en el territorio que se extiende a la izquierda del Uruguay y a la embocadura en el río Negro no sin sospecha harto probable que se propongan auxiliar a la Capital.
Con presencia de todo terminaré no omitiendo esperar francamente a V. E., que en mi dictamen acabaría de un golpe el detestable ejemplo de la funesta insurrección del virreinato de la Plata siempre que se activase la Expedición y saliese prontamente, bien entendido que ninguna estación impide que pueda ejecutarse con éxito favorable, y que bastará llegue antes de fines de diciemre, pues lo contrario no es mas que una mera preocupación tradicional, desterada con repetida experiencias de los más hábiles navegantes modernos.
Asimismo estoy muy persuadido que lejos de necesitarse veintidos mil y más homres como sin fundamento se han agolpado en Cádiz con gravamen extraordinario del erario y, con otros visibles detrimentos, es suficiente un Ejército bien reglado y mandado de 12.000 hombres, con tla que prevenido de antemado el virrey de Lima se combine simultáneamente el ataque con todas las fuerzas del Ejército del Alto Perú que baje por Córdoba del Tucumán y las que lleve la Expedición para el desembarco, bien sea que éste se haga por la parte interior a la derecha del río o bien por fuera en la costa del Atlántico más abajo del cabo de San Antonio en la bahía o ensenada que se elija sobre el país de Tuyú y las pampas hasta la de la Asunción: con lo cual, como va antes manifestado se inutilizarían todos los trabajos del enemigo, y sería ocupada sin resistencia por la espalda la Capital, tanto más fácilmente cuanto es una población abierta sin murallas ni otra defensa que un fuerte y batería cuyos fuergos solo pueden servir contra los barcos a la banda del río.
Tal es el plan que de preferencia me parece adoptable y capaz de disipar de una vez las revoluciones que amenazan la pérdida de las Américas y que hijas de una errónea política se fomentan con la licencia y la inmoralidad de las emigraciones de Europa y carecieran de remedio al menor descuido y dilación que se padezca en atajarlas.
Dios qu V. E., muchos años. Madrid, 19 de febrero de 1820.
Excelentísimo señor.
Fernando de La Serna (rubrica).
Reservado

Resumen
Para cumplir lo mandado por V. M., en Real Decreto de 16 del mes próximo pasado, con motivo del papel que pusieron en sus Reales Manos, manifestado convendría dar destino a las fuerzas navales armadas en Cádiz si la Expedición se retardase, y que este parece debía ser a la Costa Firme, seno mejicano, y establecimiento de un bloqueo riguroso a Buenos Aires; pedí además del informe del general Bustamante, otros del Diretor General interino de la Armada, a dos oficiales de graduación de la misma y a don Fernando de la Serna, a los cuales consideré con los conocimientos necesarios para exponer lo conveniente en el delicado particular que se trata en efecto lo han verificado conviniendo en lo sustancial reducido a proponer que desde luego se envíen algunos buques a la Costa Firme, seno mejicano y Lima a fin de destruir los corsarios insurgentes y auxiliar las operaciones de guerra en aquellos dominios.
En cuanto al bloqueo de Buenos Aires todos unánimes informan presenta granes dificultades por la localidad y cualidades del Río de la Plata, que lo hacen impracticable al menos en la estación rigurosa o cuyo éxito no corresponderá al objeto propuesto.
Por nota se dice que el Almirantazgo en el año de 1818 expuso detallada y facultativamente los obstáculos que ofrecía este proyecto por la enorme distancia de nuestros puertos, lo difícil que parecía poder formar los competentes establecimientos en la costa del Brasil para proporcionar los auxilios indispensables a los buques, las sumas de consideración que eran precisa con otras varias observaciones sobre los resultados dudosos de la empresa. Por estas razones y otras que difusamente se expresan en el expediente me incluía a proponer a V. M., convendrá suspender dicho bloqueo máxime cuando en Marina no consta con seguridad el estado de los navíos venidos de Rusia, y que es muy conveniente se envíen con la posible brevedad a la Costa Firme, los buques que V. M., tiene acordado, comisionando también alguno al seno mejicano y Lima.

Señor.

El adjunto papel sin firma ni fecha que se presentó a V. M., sin duda por persona que desea su mejor servicio, contiene algunas reflecciones acerca del destino que sería conducente señalar a las fuerzas navales armadas en Cádiz, toda vez que las actuales circunstancias obliguen a suspender indefinidamente la Expedición proyectada, y las medidas que al intento convendría adaptar desde luego obrando con la mayor reserva y con presencia de nuestras relaciones políticas con otras potencias extraneras. Dos, dice, son las aplicaciones que podrían dárseles, la una dirigida a reforzar al general Morillo como lo exige con prontitud su sitación, y la otra a bloquear riguorosamente a Buenos Aires a fin de cortar el comercio que hacen aquellos revoltosos con los extranjeros, proporcionándoles estos, recursos que alimentan, y sostienen la insurrección.
V. M., por Real Decreto de 16 de enero último tuvo a bien mandarme que oído el parecer del general Bustamente y examinados los antecedentes que existiesen en Marina relativos al particular, presentase a V. M., el plan del bloqueo de Buenos Aires, manifestado al propio tiempo, si permitiría ejecutar este proyecto con seguridad nuetro estado político con los Estados Unidos.
Para cumplir como debo y deseo los soberanos preceptos de V. M., he creído conveniente además del informe de Bustamente, instruir la materia con los del Director general interino de la Armada, del brigadier de ella don Antonio Pilón, del capitán de navío retirado don Juan de Latre, y finalmente oyendo también a don Fernando de la Serna, Director General de Correos, y de camino por las noticias que he considero podrán tener de aquellos dominios y que me expondrían, como lo han verificado, lo que convenga hacer con el pulso y tino que requiere la importancia de la cuestión; a cuyo intento les pregunté en calidad de muy reservado, ¿cuál sería el uso más conveniente, atendiendo el estado de nuestras colonias que pueda hacerse de las citadas fuerzas e mar, si por lo adelantado de la estación y otras causas se retardase la Expedición del Río de la Plata hasta tiempo oportuno? ¿Si sería conveniente y practicable el bloqueo de Buenos Aires y en tal caso que fuerzas las suficientes? En consecuencia, los generales de Marina y los dos oficiales de la misma conviniendo esencialmente en las ideas, me han expuesto la necesidad urgente que hay de enviar cierto número de buques (Bustamante dice un navío, dos fragatas y otros buques de sobresaliente andar; Pilón y Latre no los determinan y el Directo general habla en el concepto de todas las fuerzas) a recorrer toda la Costa Firme y el seno mejicano con objeto de perseguir y aniquilar los muchos corsarios insurgentes que infestan aquellos mares y protejan a los de tierra de todas maneras: que esta División coadyuve asimismo si fuese necesario a las operaciones que convengan practicar al general Morillo; cargando a su regreso a Veracruz y, La Habana los caudales, frutos y efectos que allí hubiera de V. M., o de particulares, previos los avisos oportunos a las respectivas autoridades para evitar demoras, cuidando no se trasluzca por los enemigos el destino de las referidas fuerzas.
Igualmente están conformes la mayor parte, en que se comisionen algunos buques a Lima a fin de tener una decidida superioridad en el Pacífico a favor del comercio y también para transportar las tropas de unos puntos a otros si las circunstancias lo exigieren.
En cuanto al bloqueo de Buenos Aires todos manifiestan lo útil que sería su realización, mas hacen varias observaciones sobre los obstáculos que presenta; tales son la gran anchura de la boca del Río de la Plata de cincuenta leguas proximamente, desde el cabo de Santa María hasta la Punta de Piedras en la costa del Sur; no contar con los puertos de Montevideo, Maldonado ni algún puerto de la cota, para recibirr los auxilios indispensables y remediar las averías; las corrientes vivas e irregulares que se experimentan y arrastran los buques a los mayores peligros; los vientos tempestuosos en tiempo de invierno; la situación del banco inglés y otros inconvenientres que dificultan poderosamente en la rigurosa estación dicho bloqueo; máxime se encuentran y prestan en el Brasil los socorros necesarios para sostenerlo como corresponde fundado en estas razones Bustamante, y opinando absolutamente por la negativa, se abstiene de señalar el número de buques para el bloqueo; Latre comprende que en el caso de su establecimiento podría cubrirse con dos navíos y cuatro fragatas para que alternativamente se releven; Pilón propone seis bques de la clase de fragatas y corbetas, y finalmente el Director General trata del todo de las fuerzas armadas i se debe obrar contra las de los portugueses; se recela de ellas. Don Fernando de la Sena en un largo escrito manifiesta que bajo la hipótesis de haberse de diferir la Expedición cualquiera que se la causa, no hay duda que debe darse destino a los buques armados a fin que reporten alguna utilidad, sienod de sentir se envíen un navío y dos fragatas de las más veloces y mejor pertrechadas a recorrer el seno mejicano; que otra División igual se dirija a las Antillas y Costa Firme con el objeto que ya indicado: que las fuerzas navales que se hallan en el Pacífico después de la llegada del Telmo y el Prueba parece son suficientes para mantener la superioridad en aquellos mares: y que también supuesto el retardo de la Expedición, convendría establecer un crucero temporal de algunos buques sobre el Río de la Plata para interceptar los corsarios y sus presas, y que al propio tiempo sus comandantes reconozcan no solo los puntos más a propósito para el desembarco en la orilla derecha, sino además fuera de él, en la costa que media esde el cabo de San Antonio hasta la bahía de Ascensión, lacual ofrece parajes cómodos y seguros para verificarlo y poder tomar la espalda y apoderarse de la ciudad de Buenos Aires frustrando las obras de defensa que hayan proyectado por la parte del río.
Por lo que respecta al bloqueo expone con las mismas dificultades que los demás; pero añade su antiguos designios de la demarcación de límites no hubiesen tomado a Montevideo y parte oriental del Río de la Plata, con probabilidad al abrigo de estos punto, no sería absolutamente impracticable el cortar la comunicación a Buenos Aires; mas que retenidas aquellas posesiones de V. M., por los portugueses como depósito, parece muy propio que por principios de reciprocidad mandae V. M., la Escuadra a posesionarse de la isla de Santa Catalina como se ejecutó en 1776 bajo cuyo punto de apoyo podría establecerse el bloqueo en cuestión, dudando que esta idea se admita por el delicado ánimo de V. M., no obstante la conducta de la Corte del Brasil y convenios que la opinión pública supone tiene con aquellos rebeldes para el caso de verificarse la Expedición, y concluye su informe, expresando que el remedio más seguro de poner fin a la insurrección de dichos dominios es el activar la misma Expedición disminuyéndola al número de doce mil hombres.

Nota.
Examinada la consulta que el Consejo de Almirantazgo elevó a V. M., en 6 de julio de 1818, y acompaño, relativa al particular, único antecedente que existe en Marina acerca de él, me he impuesto que este Tribunal exponiendo difusamente, en la parte facultativa, los inconvenientes que se presentaban en aquella época para tamaña empresa, la considero sino infructuosa a lo menos de dudosos resultados, en vista de a distancia enorme de nuestros puertos, de las dificultades de poder formar en la costa del Brasil los establecimientos necesarios a fin de proporcionar auxilios a los buques y remediar sus averías, y la principal de aportar las sumas inmensas indispensables para llevar a cabo un proyecto semejante, para cuya rezalización estimo precios tres navíos y cinco fragatas con grandes repuestos; pero aún cuando tales obstáculos insuperables fuese dado vencerlos a costa de los mayores esfuerzos y sacrificios, se me ha informado que no consta con seguridad en el Ministerio de Marina el verdadero estado de los navíos venidos de Ruisa, y por lo mismo no me atreveré proponerlos a V. M., al efecto, siguiéndose de esto no ser bastantes los buques existentes para cubrir todas las atenciones.
Las circunstancias del tiempo en que informó el Consejo no han variado esecialmente, puesto que se ofrecen los reparos que la localidad y cualidades del Río de la Plata oponen, según todos informan y con partcularidad el general Bustamante que ha permanecido en dichos dominios con mando, por largo termino; no teniendo yo que añadir otra cosa que conviene que las empresas correspondan al objeto para que se designan prestando las ventajas en razón al dispendio a que ascienden; y como esta presenta tan aventurado éxito, parece que pues solo se trata de impedir el comercio de Buenos Aires, lo que únicamente podría conseguirse en pequeña parte (como sucede con frecuencia en los bloqueos) y quizás durante corto tiempo a causa de los temporales del invierno y demás razones que quedan referida y detalló el Almirantazgo, convendría suspender por ahora este proyecto; mas, cuando son precisos sacrficios de gran tamaño, estándose consumiéndose en la Escuadra los viveres de su repuesto además de los que habrán gastado los sediciosos en la isla deaquellos que existiesen ena Casería y por lo mismo tampoco puede tener lugar el crucero que propone La Serna. Por el contrario es urgente y conviene no se retarde; enviar a la Costa Firme, los buques que V. M., tiene acordado por Marina, y que de ellos una fragata pasea estacionarse en Cartagena de Indias como lo exije imperiosamente la situación de aquel país, siendo también oportuno lo verificase algún otro buque al seno mejicanointerín sale para Veracruzel navío Asia que se estáreparado en el Departamento de Cartagena y V. M., así lo tiene dispuesto, auxiliaándose por la pronta habilitación de estas expediciones con la gente y demás que necesiten, de los buques que merezcan menos preferencia para comunicarlos. Tampoco debe olvidarse será conducente que uno de los navíos o fragatas de mayor porte que se hallen en mejor estado vaya al mar del Sur a fin que regresando a la Península el buque de aquel apostadero que más urja carenar, conservemos la superioridad que conviene en el Pacífico.
V. M., sin embargo resolverá sobre todo lo que fuese de su Real agrado.
29 de febrero de 1820.
Reservado
Suponiendo que difíciles y apuradas circunstancias obligan a la penosa resolución de suspender indefinidamente la Expedición preparada en Cádiz, es más importante el sacar un partido de los medios que a tanta costa se habían reunido por ella.
Dos aplicaciones son las que podrían hacerse de estos medios. La primera se dirijiría a reforzar al general Morillo cuya situación pide urgentemente socorros; la segunda tendría por objeto el formar un bloqueo rigurosos en Buenos Aires que cortando el comercio que hace con el extranjero, privaría a aquellos revoltosos de los recursos únicos que les alimentan, y que consisten en lo que abundan en sus aduanas las importaciones y exportaciones.
La Europa imparcial ha extrañado que no hubiese España usado hasta ahora de este medio tan legal en el Derecho positivo de las naciones, como eficaz para atraer a su deber aquella coolonia revolcionada.
Refuerzos a Morillo: las fuerzas que están ya embarcadas en Cádiz deberían salir inmediatamente para La Guaira y Puerto Cabello.
De los transportes que estuviesen más prontos y provistos se echaría mano para que salieran de Cádiz y pasasen a puertos de Galicia donde tomaríana bordo uno o dos Regimientos para llevarlos al mismo destino.
El Ministerio de Marina cuidaría de dar la defensa que considerase suficiente a los buques que saliesen de Cádiz, como a los que hubiesen de embarcar tropas en Galicia.
Bloqueo de Buenos Aires: como el Archivo de la Secretaría de Marina deba encerrar necesariamente algunas memorias, notas y documento muy conducentes a este objeto, convendría pedir y reinirlos.
Al mismo tiempo se podría pedir al general Bustamente, que se halla aquí un informe secreto sobre la practicabilidad del bloqueo, la fuerza que necesataría, y los medios de atender a su provisión; sin perjuicio que iguales informes se dirigieran con la misma reerva de otros oficiales de marina cuya pericia y amor al Rey sean conocidos.

Observaciones generales
Uno yotro de los do pensamientos indicados impostará mucho que se ejecuten, son la mayor reserva, suponiendo en el público ser otros los destinos a que se dirijen.

Para el uno y el otro habrá de tener presente el estado actual de nuestras relaciones políticas; sobre todo con los Estados Unidos y con el Brasil.

Representación del Embajador en Londres, duque de San Carlos, al rey remitiéndole una memoria sobre la situación de América

Representación del Embajador en Londres, duque de San Carlos, al rey remitiéndole una memoria sobre la situación de América. (No está la memoria). Con resolución al margen. Corre unido:
1).- Minuta de Real Orden a Anselmo de Rivas para que , en unión del intendente del Ejército, Liaño y los componentes de la antigua Junta de Indias, informen sobre la memoria enviada por el duque de San Carlos. (Sacedón, 22 julio 1818). 2).- Oficio de Anselmo de Rivas a José Pizarro exponiendo su parecer de que la reunión de la Junta la debería hacer el duque de Montemar por ser consejero más antiguo. (Madrid, 23 julio 1818). Con decreto al margen. 3).- Minuta de Real Orden al duque de Montemar para que comunique a los consejeros que formaban la antigua Junta de Indias que deberán informar, con la mayor brevedad, sobre la memoria enviada por el duque de S. Carlos. (Sacedón, 24 julio 1818). 4).- Minuta de oficio al duque de San Carlos, remitiéndole unas instrucciones a las que debe ajustarse en el asunto de la pacificación de América. (8 agosto 1818). 4 fols. + 4 h. en 4º.


S. M. quiere que en exposición adjunta del señor duque de San Carlos sea examinada luego por una Junta compuesta por el señor Ribas, el intendente Liaño, y los individuos que componían la Junta antigua de Indias, para que digan su dictamen
Fecho según minuta en 22 de julio de 1818.

Señor.
Como vasallo amante de V. M., como de embajador, y si me atrevo a añadir como su tan antiguo amigo y persona interesada en sus Glorias, no puedo ser insensible a la situación crítica en que se hallan los dominios de V. M., en América, ni dejar de manifestarsela por muy triste que sea de pintura.
Este asunto en tanto más importante, y urgente en el día cuanto la próxima reunión de los principales soberanos de Europa proporciona la ocasión de conocer mejor sus miras y el apoyo que puede esperar V. M., de su amistad y alianza para mantener la integridad de su Real Corona que como la seguridad de las suyas estriba en el respeto a los derechos de la legitimidad.
En esta ocasión, me ha parecido deber dirigir a V. M. mis observaciones por una persona, queriendo de mi confianza, y estando instruida de las razones en que fundan pueda dar de palabra explicaciones que sean necesarias ganando tiempo, y he creído que la más a propósito sería el Secretario de esta embajada don Joaquín Campuzano.
La situación de estos negocios tal cual se representa en este centro de su movimiento, y mayor influjo, en la que expresa, la adjunta memoria que no comprenden en esta carta por no molestar demasiado la atención de V. M. facilitar su uso.
En ella verá V. M. que el espíritu de rebelión, e idea revolucionarias cunde en toda América paso que se disminuye el de libertad, sin cuyo apoyo, las fuerzas de la Península, y aún otras mayores serían insuficientes para restablecer la tranquilidad en aquel país.
También observará V. M. que la insurrección es más favorable que contrariada en el día, las potencias extranjeras participen más por las marítimas, y que las otras tienen poco influjo, y son a proporción tan cautas en emplearla como por falta de interés muestran indiferencia.
Y por último de la varia reunión de circunstancias que encierra la Memoria deducirá V. M. como yo lo he hecho con dolor que los más grandes sacrificios se han hecho ya indispensables para la conservaciones de la América, y que aun este no bastarán sino se ponen por obra con una rapidez proporcionada a los progresos que hace aquella revolución en cuyo término feliz, o adverso consiste o la mayor gloria de V. M. o la descendencia de su Real Corona del grado de esplendor que han disfrutado por muchos siglos en el mundo.
Dios que la C. R. P. de V. M. los muchos a que la monarquía y yo hemos. Londres, 27 de junio de 1818.
Señores: A L. R. P. de V. M.


Reservado.
Lacedón, 22 de julio de 1818.
A señor don Anselmo de Rivas.

Excelentísimo señor.
De Orden del Rey nuestro señor, remito a V. E. la adjunta exposición que ha dirigido a S. M. el duque de San Carlos, a fin que sea examinada con la brevedad posible por V. E. en unión con el intendente de Ejército Liaño, y los individuos que conforman la Junta antigua de Indias hará que digan su dictamen sobre los delicados puntos que comprende acerca de los asuntos de América y demás. Lo que comunico a V. E. por Real Orden para que lo haga presente al intendente Liaño y señores de la Junta de acuerdo para el debido cumplimiento de esta soberana resolución.
Dios a.


Que se le diga al señor duque de Montemar
Para que de los ministros más antiguos que a dos en estos
luego una Junta, que con Ribas, y Liaño hagan el informe que
Hecho según minuta y al

Excelentísimo señor.
En contestación a la Orden del Rey que V. E. me comunica con fecha de ayer en que me incluye la exposición del duque de San Carlos a fin que sea examinada con la brevedad posible por mí en unión con el intendente del Ejército Liaño y los individuos que componían la antigua Junta de Indias para que digan su dictamen sobre los delicados puntos que comprende acerca de los asuntos de América y demás, me ha ocurrido la dificultad que siendo uno el duque de Montemar podrían haber algún inconveniente en que yo las reuniera, y si el mismo duque por ser muy antiguo consejero que yo.
Lo pongo en la consideración de V. E. esperando que dando cuenta a S. M. me comunique su Real resolución.

Dios que a V. E. muchos años. Madrid, 23 de julio de 1818.

Oficio reservado del [Secretario de Marina], José Vázquez Figueroa, al Secretario de Estado, en contestación al suyo de 3 de septiembre, se muestra conforme en que un asunto de la importancia de la expedición al Rio de la Plata no debe ser decidido por un solo Ministerio

ES.41091.AGI/21.14.17//ESTADO,101,N.111
Oficio reservado del [Secretario de Marina], José Vázquez Figueroa, al Secretario de Estado, en contestación al suyo de 3 de septiembre, se muestra conforme en que un asunto de la importancia de la expedición al Rio de la Plata no debe ser decidido por un solo Ministerio. Con decreto al dorso. 1 h. en 4º
6-9-1818.

Reservado.
6 de septiembre de 1818.

Excelentísimo señor.
Estoy muy conforme con la opinión de V. E., que un asunto como la Expedición militar al Río de la Plata es manteria muy propia para tratarse en Junta de Ministros, y asunto gravísimo para que un solo ministro se decida a proponerlo sin acuerdo con los demás. Lo digo a V. E., en contestación a oficio de 3 de este mes y ruego a usted que su vida muchos años. Palacio, 6 de septiembre de 1818.

José Vázquez Figueroa (rubrica)

Carta nº 436 de Francisco de Cea Bermúdez, al marqués de Casa Irujo, avisando queda enterado de lo que deberá dar a entender sobre el destino de la expedición que se prepara en Cádiz para Río de la Plata.

Carta nº 436 de Francisco de Cea Bermúdez, al marqués de Casa Irujo, avisando queda enterado de lo que deberá dar a entender sobre el destino de la expedición que se prepara en Cádiz para Río de la Plata. Con minuta de contestación al dorso. 2 fols.

Excelentísimo señor.
Muy señor mío quedo enterado de lo que V. E., tiene a bien prevenirme en Real Oren de 15 del pasado acerca de lo que he procurado dar a entender, siempre que la ocasión se ofrezca, sobre el destino de la Expedición que se prepara para el río de la Plata, y por mi parte nada omitiré para secundar las ideas de V. E.
Dios que a V. E., muchos años. París, y 28 de diciembre, 1818.
Excelentísimo señor.
B. L. M. de V. E.
Su más atento y seguro servidor.

Francisco de Cea Bermúdez (rúbrica)

Minuta de oficio [del Secretario de Estado], al Secretario de la Guerra, contestando al suyo del 10 del corriente en el que le participaba la posibilidad de organizar una expedición al Río de la Plata.

ES.41091.AGI7/21.14.16/ESTADO,100,N.103.
Minuta de oficio [del Secretario de Estado], al Secretario de la Guerra, contestando al suyo del 10 del corriente en el que le participaba la posibilidad de organizar una expedición al Río de la Plata. 2 hojas en 4º.
21-7-1817

Reservado.
Al Ministerio de la Guerra.
Al dar cuenta a S. M., del oficio de V. E., de 10, he renovado a S. M., en bosquejo el cuadro en cuanto al estado actual de nuestras relaciones con la Corte del Río de Janeiro; para cuyo caso, he procurado siempre antes de tomar una medida decisiva dar en Junta de Ministros a presencia de S. M., porque juzgaba que mal podría fijar una idea (aún en el ramo de Estado) sin combinar antes sus elementos con los demás ministerios. Entre otras cosas, siempre procuré saber si podía contar con medios militares, y siempre se me dijo, que no, y bajo este concepto ha caminado la negociación. Ahora el oficio de V. E., me da la importante noticia que usted se agita la idea de una Expedición, cosa agradable y nueva para mí; y que a la verdad hubiera deseado saber desde luego, por usted repito, sin combinación nada juzgo puede hacerse de sólo y concertado. Los encargo que V. E., se sirve hacerme con relación de antecedentes de nombramiento de un militar comisionado con otros adjunto, de instrucciones, noticias y demás; me confirman en la idea de cuan necesaria es la combinación en estas materias para asegurar el acierto; en efecto los objetos que se tienen a la vista en ese Ministerio son necesarios y prudentes; por los medios podrían a mi juicio ser susceptibles de otra dirección, si se adoptaran conferenciando sobre ello preparatoriamente entre ambos ramos. Dar yo al Ministro de la Guerra una memoria por escrito tan cabal como se quiere sobre el estado político complicadísimo de aquellos países, ve V. E., que sería largo, prolijo, impropio, y nunca bastante; porque en comunicaciones de esta especie, hay mil dudas, que solo pueden conducir a planes hipotéticos; imposibles de concordar por escrito, y acaso fáciles de componer en conferencia. La Junta militar naturalmente quiere saber a donde va la expedición, a qué; aunque puede contar: todo esto es natural; pero mucha de estas cosas no se pueden responder claramente, y sin embargo no debe dejarse de lado la idea de la expedición: se propone que yo me he un oficial y esto que me obligo a poner esta contestación, no me parece conveniente del modo se propone: si es para descubrimientos y negociaciones diplomáticas (que se suponen fáciles porque no se exceden y ojala lo fueran) no lo creo necesario y antes sería embarazoso porque el Rey nuestro señor tiene allí un plenipotenciario para el intento (pero casualmente militares, creería por tanto de su elección, como instrucciones sería más propias de ese ministerio; y además de esto yo no conozco bastante, militar ninguno para hacer con confianza una elección acertada. Si me antecesor en junio del año anterior tuvo mil embarazos para determinar aquellas dudas, que deberá ser el mío; cuando sabe V. E. como se han complicado desgraciadamente aquellos asuntos: entonces no había unas ligeras precauciones, y todo podía emprenderse o aclararse por notar; ahora esta todo en tal estado de delicadeza, duda, y complicación, pues el menor desliz puede traer malísimas consecuencias de modo que el sistema mismo de S. M. va caminando con una sabia precaución, por entre malezas y refboladenos.
De todo esto resulta por mi para la responsabilidad de hacer los nombramientos que se me piden; y por parte de la expedición la necesidad de tener alguna luz, por la que, y de uno y otro, la utilidad, y aun necesidad a mi juicio, de por estas cosas se preparen más fácilmente en conferencias verbales, para lo que estos pronto, con V. E. y con la Junta, cuando quiten; pues solo así puede asegurarse el asiento; no pudiendo ni aun convencido que yo de por escrito una idea, pues siempre sería vaga, del estado de las cosas; y juzgando por estos mismo hechos, pues si a mi para mi cuando es necesario ni de acuerdo con los medios militares; cuanto más indispensable, pues estos se preparen de acuerdo con el ramo, pues se halla en contacto íntimo con el extranjero como se está ahora tocando.
Este es mi dictamen; y añado; que se ignora en este Ministerio, si se trató el asunto por sus antecesores en Juntas de Estado; ni hay noticia tampoco de la 2ª orden de ese Ministerio; pero todo esto es, a mi entender, fácil de suplir, si ahora se trata en conferencia, la combinación de tan importante objeto, para lo que repito que estoy pronto.
Fecho inmediatamente luego al 21 de julio de 1817.

Al pie de la letra.

Oficio 'reservado' del /Secretario de Guerra/, marqués de Camposagrado, al Secretario de Estado, comunicándole de Real Orden que habiendo decidido al Rey enviar al Río de la Plata, con la mayor brevedad una respetable expedición al mando del Teniente General conde de Abubal, nombrado Virrey de Buenos Aires, es necesario enviar un oficial hábil a Río de Janeiro para que con sigilo indague sobre el estado de aquellas provincias, fuerzas, armas, víveres, etc. con los que puede contarse.

ES.41091.AGI/21.14.14//ESTADO,98,N.76
Oficio 'reservado' del /Secretario de Guerra/, marqués de Camposagrado, al Secretario de Estado, comunicándole de Real Orden que habiendo decidido al Rey enviar al Río de la Plata, con la mayor brevedad una respetable expedición al mando del Teniente General conde de Abubal, nombrado Virrey de Buenos Aires, es necesario enviar un oficial hábil a Río de Janeiro para que con sigilo indague sobre el estado de aquellas provincias, fuerzas, armas, víveres, etc. con los que puede contarse. 2 h. en 4º.
15-6-1816.

Fecho en 13 de junio con arreglo a resolución
Que para organizarnos que la
a
Que sigue resultado que puede tener el oficio de predom
a la Corte del Brasil, y que una igual

25 de junio de 1816.
Ministerio de la Guerra
Reservado.

Excelentísimo señor.
Resuelto por el Rey nuestro señor, el enviar a las provincias del Río de la Plata con toda la brevedad que exigen las circunstancias una Expedición respetable a las órdenes del teniente general conde del Abisbal nombrado virrey de Buenos Aires y cuya fuerza sea de diez a once mil hombres, en la voluntad de S. M., conformándose con lo que al efecto le ha propuesto la Junta Militar de Indias, que por el Ministerio del cargo, de V. E., se proceda desde luego a tomar las medida que se consideren necesarias para evitar cualquier tropiezo político que pudiera oponerse al buen éxito de la Expedición, atendidas las noticias que V. E., tenga, y que sin perdida de momento se nombre un hábil oficial dotado de todas las cualidades necesarias que pase a Río de Janeiro, donde con sigilo y maña sirva para proporcionar al general en jefe el conocimiento preciso del estado de cosas de aquella parte y muy singularmente el de las fuerzas, viveres y auxilios de toda especie con que pueda contarse debiendo llevar este oficial, además de las instrucciones políticas que V. E., le de, la que formará la misma Junta con respecto a las noticias y auxilios que ha de facilitar al general en jefe; y de Real Orden lo participe a V. E., para su conocimiento y demás corresponda.
Dios que a V. E., muchos años. Palacio, 10 de junio de 1816.

El marqués de Camposagrado (rubrica)