El
día 1 de abril de 1939, Franco emitía el último parte militar en
el que anunciaba el de fin de la guerra. El resultado final de la
contienda fue la consolidación del régimen dictatorial que los
sublevados contra la República habían empezado a construir desde
octubre de 1936. Las autoridades republicanas o habían salido del
país o se encontraban recluidas en las cárceles, repletas de
personas del bando vencido, y en los campos de concentración,
habilitados en esos años para albergar prisioneros.
El
régimen implantado por Franco y los vencedores de la guerra perduró
en España hasta 1975, año en el que murió el dictador. Si bien a
presencia de Franco en la jefatura imprimió un carácter de
continuidad a esta época, las instituciones no permanecieron
inmóviles en los casi cuarenta años de pervivencia de la dictadura.
Se
considera que el franquismo tuvo dos grandes etapas. La primera se
desarrolló hasta 1959 aproximadamente y se caracterizó por el
intento de establecer un Estado totalitario, que hasta el final de la
Guerra Mundial se inspiró en el modelo fascista, y de dotar al país
de autarquía económica. En torno a 1959 se produjeron una serie de
cambios que llevaron a una nueva época, la del desarrollismo, y al
intento de institucionalizar un régimen que pretendía hacerse pasar
por un Estado de derecho.
1.
La consolidación de la dictadura franquista
A
medida que el conflicto proseguía, los discursos públicos y las
inclinaciones políticas del caudillo de los nacionales tendieron
crecientemente a adoptar el estilo y la sustancia del fascismo
–esencialmente de la variedad italiana, y no alemana- pero nunca
olvidó su naturaleza ecléctica e lo que más ampliamente fue
denominado el Movimiento Nacional, es decir, los elementos diversos
de militares, monárquicos, tradicionalistas, carlistas , políticos
católicos e intereses de la clase media y de las elites que apoyaban
a los nacionales. Auque Franco daría la impresión de inclinarse
crecientemente hacia un fascismo más categórico en algunos aspectos
de su política, durante el periodo que fue de 1939 a 1942, nunca
dejó de sostener la alianza sincretista de facto de las diversas
fuerzas y sectores que respaldaban su gobierno. Era también
consciente que no era plenamente aceptado por todos los “camisas
viejas” (miembros veteranos) de la Falange, cuya función
contemplaba en términos más instrumentales que hegemónicos, y
nunca olvidó que su principal base de apoyo se encontraba entre los
militares.
Si
una fue de inspiración política para el nuevo Estado brotó de una
clase ecléctica de fascismo español, la otra fuente principal de
inspiración cultural e ideológica procedía del catolicismo
español, que se comprometió profundamente con la causa de los
sublevados (con algunas raras excepciones) después de la gran oleada
de terrorismo anticlerical que había marcado la primera fase de la
Guerra Civil en la zona republicana. Los dirigentes eclesiásticos
pronto bautizaron la lucha de los nacionales como una “cruzada” y
la religiosidad pública rápidamente se puso a la orden del día. La
práctica y la enseñanza católica fueron apoyadas prácticamente a
todos los niveles del nuevo Estado, que pronto se convirtió de
manera nominal en el más católico del mundo. El carácter de la
dirección religioso proporcionada por la jerarquía de la Iglesia
fue esencialmente tridentino y neotradicionalista, una especie de
catolicismo fundamentalista que buscaba un renacimiento masivo
público y privado del catolicismo en España, y no una reconquista,
sino una recristianización.
Aunque
la caridad cristiana podía ser practicada por algunas organizaciones
eclesiales y por individuos católicos, el nuevo Estado al concluir
la guerra civil, Franco no quiso establecer una dictadura militar
transitoria como había sido la primitiva idea del general Emilio
Mola, organizador fundamental de la rebelión de 1936. Su intención
fue la de crear un nuevo Estado, "regenerador de España",
que desterrara toda idea de liberalismo y de democracia liberal y,
más aún, de comunismo, el gran enemigo vencido. Además, el nuevo
régimen político se asentaba ideológicamente en una concepción
unitaria del Estado, contraria a toda idea nacionalista o
autonomista.
1.1.
Un régimen totalitario
El
nuevo régimen político de estableció como un sistema totalitario,
sin Constitución y sin libertades democráticas, y en el cual todos
los poderes se concentraban en la figura del Jefe del Estado, el
general Franco. Se organizó un modelo político basado en la
existencia de un partido único, FET y de las JONS, que tenía a su
frente a un jefe del partido y del gobierno, dotado con el título de
Caudillo y Jefe supremo de las Fuerzas Armadas. El sistema se
inspiraba netamente en el de los Estados fascistas: Alemania e
Italia, aunque a partir de 1945, tras la derrota de las potencias
fascistas, las instituciones franquistas y la articulación de los
poderes fueron cambiando pero sin perder nunca su carácter
totalitario.
En
realidad, Francisco Franco, vencedor de la guerra civil, había
impuesto en España un modelo de Estado muy difícil de definir de
forma estricta, pues era un híbrido o una amalgama de dictadura
militar, Estado fascistas y monarquía absoluta sin rey. La voluntad
dictatorial quedó bien patente a partir del desmantelamiento de
todas las instituciones de la época republicana. Se suprimió la
Constitución de 1931 y con ella todas las libertades individuales y
colectivas, se prohibieron todos los partidos y las organizaciones
sindicales y se abolieron los estatutos de autonomía de Cataluña y
el País Vasco, a la vez que se prohibía toda manifestación de tipo
nacionalista (lengua, partidos...).
La
dictadura pretendió dar una imagen de legalidad con la promulgación
de una serie de Leyes Fundamentales ya que en la España franquista
no hubo nada semejante a una Constitución, al carecer de cualquier
legitimación democrática. Este procedo de establecer unas leyes
políticas básicas fue tan largo, que no concluyó hasta el año
1967 con la promulgación de la Ley orgánica del Estado. Las seis
Leyes Fundamentales promulgadas por el régimen fueron el Fuero del
Trabajo (1938), el Fuero de los Españoles (1945), que pretendían
ser una especie de declaración de derechos, la Ley Constitutiva de
las Cortes (1942), Ley del Referéndum Nacional (1945), la Ley de
Sucesión (1947), que preveía una monarquía como sucesora del
franquismo y la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958).
Este
poder en manos de Franco era en aquella época mayor que el de
cualquier otro gobernante de la historia de España. Mientras que
Mussolini estaba técnicamente subordinado al rey de Italia, Hitler
retenía un Parlamento nominal y Stalin había promulgado una nueva
Constitución soviética, Franco era el jefe de Estado absoluto con
plenos poderes que podían ser ostentados indefinidamente. La ley de
la Jefatura del Estado del 9 de agosto de 1939 declaró que retenía
“de modo permanente las funciones de gobierno” y que solo estaba
obligado a someter una nueva legislación a su propio gabinete
“cuando razones de urgencia así lo aconsejen”. Aunque la
sociedad y las instituciones españolas de posguerra no era
estructuralmente totalitarias en términos de una propiedad o de un
control gubernamental completo por parte del Estado, el régimen, en
su propia teoría, comenzó como una dictadura personal más directa
que la Italia fascista o que la de la Unión Soviética.
1.2.
La estructura del nuevo Estado
En
enero del año 1938, al tiempo que el Caudillo designaba su primer
gobierno con la participación de falangistas, monárquicos y
militares, comenzó la verdadera tarea de construir o
institucionalizado el régimen. Franco era Jefe del Estado y del
Partido y como tal era jefe del Gobierno, presidente de su Junta
Política, a la vez que gozaba de poderes excepcionales para
promulgar leyes en casos de urgencia. Por otra parte, los nuevos
estatutos de FET y de las JONS del mes de julio de 1939 establecían
que "El Jefe responde ante Dios y ante la Historia", lo que
daba al Caudillo un poder prácticamente absoluto. La estructura
política y la doctrina que sustentaban en Estado franquista fueron
llamadas, cada vez más, el Movimiento Nacional.
La
estructura se completó con el establecimiento de unas Cortes a las
que se definió como "Órgano superior de participación del
pueblo español en las tareas del Estado", que no tenían nada
que ver con una verdadera representación democrática. Todos los
representantes en Cortes, o procuradores, eran designados por el
poder y entre ellos se encontraban los ministros, los miembros del
Consejo Nacional de la FET y de las JONS y de la Organización
Sindical. También había procurador "natos" por razón de
su cargo, entre otros, los alcaldes de las mayores ciudades (que eran
también, designados) y los rectores de las Universidades, más los
representantes de la jerarquía eclesiástica. El régimen denominó
a este sistema democracia orgánica. Asimismo, la justicia
desapareció como poder independiente y quedó subordinada al
ejecutivo.
En
el plano territorial, el poder del gobierno se transmitía la vieja
institución de los Gobernadores Civiles de cada provincia, que
ahora, además, eran Jefes Provinciales del Movimiento. En cada
provincia se instituyó también un Gobernador militar como prueba de
esta dualidad del poder. También se restableció la vieja estructura
militar de las Capitanías Generales, que había suprimido la
República.
Otro
gran poder del Estado fueron los Sindicatos Verticales, llamados
posteriormente Organización Sindical, que dependía de un secretario
generan con el rango de ministro. La Ley de Unidad Sindical se
promulgó en 1940 y, basándose en la doctrina falangista que imitaba
el modelo corporativo de la Italia fascista, establecía que
empresarios y trabajadores se integrarían en un mismo sindicato por
ramas de producción, llamado cada uno de ellos Sindicato Vertical.
El Estado controlaba todo el sistema y la afiliación a los
sindicatos era obligatoria.
La
derrota del fascismo italiano y alemán hizo que a partir de 1945 el
régimen procediera a una operación de "maquillaje" que,
sin embargo, dejaba intacto el edificio dictatorial. Así se
depuraron el lenguaje, los rituales y los símbolos más directamente
fascistas como el saludo del brazo en alto. La organización del
Partido perdió peso mientras lo ganaba la estructura del Gobierno.
1.3.
Las "familias" del régimen
Franco
no sustentó nunca su régimen en un solo grupo político o
ideológico. De hecho, el poder se manifestó siempre en tres
vertientes: civil, militar y eclesiástica; éstas eran las tres
"autoridades" que se reconocían. La diversidad de
influencias hizo que el régimen se sustentase sobre diversas
"familias" o grupos de influencia. Unos eran grupos
corporativos, como el Ejército o la Iglesia Católica, otros eran
políticos, como la Falange, el Tradicionalismo o los monárquicos.
Finalmente, también había asociaciones o grupos de presión de
inspiración católica como el Opus Dei o la Asociación Católica
Nacional de Propagandistas (ACNDP). En el franquismo tuvieron
presencia, y estuvieron representados en los sucesivos gobiernos, la
mayoría de las distintas "familias" que lo apoyaban.
Entre
las diferentes fuerzas que confluyeron en la ideología del régimen,
la influencia de la Iglesia, que fue uno de sus grandes sustentos,
resultó determinante. A cambio de su apoyo, la Iglesia, que se había
comprometido con el alzamiento fascista como si fuera una cruzada, se
convirtió en un verdadero poder, gozó de privilegios e impuso la
unidad católica con exclusión oficial de cualquier otra religión.
Se hizo del catolicismo el fundamento principal de la ideología del
régimen y del sistema educativo. Por ello, se habla de la dictadura
franquista como un régimen basado en el Nacional-Catolicismo, puesto
que estos dos rasgos, el nacionalismo español y un profundo
catolicismo conservador, fueron los ejes ideológicos del régimen
político instaurado tras la Guerra Civil en el Estado español.
La
Falange, otro de los grandes pilares, fue perdiendo poder
progresivamente y sus primitivos ideales de tipo fascista se fueron
convirtiendo en un aparato burocrático que sólo conservaría algún
poder en el Consejo Nacional del Movimiento, una especie de segunda
cámara de legislación, y en los Sindicatos, aunque éstos se
transformarían también en una burocracia de control del mundo
obrero.
El
Ejército fue siempre la columna vertebral del sistema y nunca
discutió el poder del Generalísimo. Su fidelidad fue recompensada
con numerosos nombramientos para altos cargos de la Administración
civil, cargos sindicales y hasta consejos de Administración de
empresas públicas y privadas. Franco solo tuvo algunos problemas con
los generales partidarios de una pronta restauración de la
monarquía. Franco no tenía, ni parece sur hubiese tenido nunca, la
menor intención de reponer la monarquía. Sin embargo, mantuvo
relaciones, aunque difíciles, con quien era el heredero de la
Corona, Juan de Borbón, tercer hijo varón de Alfonso XIII.
1.4.
Puritanismo ideológico y control social
El
franquismo impuso profundidad cambios en la vida cotidiana, en los
comportamientos políticos, culturales y religiosos de la población.
Lo que en los años treinta, los años de la República fueron
libertades y amplitud de opciones para las organización de la vida
privada se transformó, a partir de los años cuarenta, en un intento
de control social e ideológico de todos los españoles.
En
lugar de intentar superar el legado de la Guerra Civil, el nuevo
régimen lo afirmó de manera acentuada como una base de su poder. Un
decreto del 25 de agosto de 1939 estipuló que el 80 % de todos los
puestos estatales ordinarios quedarían reservados para los veteranos
del Ejército, civiles que habían realizado sacrificios especiales
por la causa, y parientes de las víctimas del “terror rojo”.
Por
lo pronto, se produjo una vuelta al campo de la población, una
especie de ruralización de la sociedad. No sólo porque las
difíciles condiciones económicas para poder vivir en la ciudad
(falta de abastecimientos alimenticios, vivienda, trabajo, etc.)
obligaron a la búsqueda de una vida mejor en el medio rural, sino
también porque el propio régimen se ocupa de ensalzar
doctrinalmente las virtudes de la vida sencilla del campo frente a
los peligros de la ciudad.
En
el aspecto político, se crea en organizaciones e instituciones de
encuadramiento político e ideológico. La organización juvenil fue
el Frente de Juventudes, de pertenecía obligatoria, que organizaba
campamentos, concentraciones y ciclos educativos de formación
política. La rama femenina del Movimiento era la Sección Femenina
de FET y JONS, dirigida por Pilar Primo de Rivera y se encargaba de
organizar un servicio social que las mujeres debían hacer,
equivalente al Servicio Militar de los varones. Otras instituciones
similares eran Educación y Descanso o Auxilio Social.
El
régimen introdujo en la enseñanza clases obligatorias de Formación
del Espíritu Nacional en las que se exponían los principios básicos
de la doctrina falangistas y que eran impartidos por miembros de
Falange. Asimismo, se impuso un estricto control social, acompañado
de una fuerte represión ideológica. Una rígida censura sobre las
actividades lúdicas, sociales y culturales pretendía sancionar
cualquier transgresión, impedir el contacto con las corrientes
culturales del exterior y potenciar la difusión de los valores
folclóricos españoles como los únicos posibles para el consumo
popular. Por eso nos libros, periódicos, películas, etc., eran
sometidos a una censura estricta, y que no sería algo más laxa
hasta la década de los años sesenta.
Por
último, el nacionalcatolicismo permitió evangelizar a la población
y le dio el monopolio de la educación, lo que provocó la
liquidación de la escuela pública, democrática y progresista, y su
sustitución por una escuela privada, clasista y represiva. La
familia se convirtió en la unidad social básica, que implicó la
vuelta de la mujer al papel doméstico tradicional, de madre que
cuida del hogar, a sus hijos y sumisa al marido. La Sección Femenina
velaba por la difusión de este rancio ideario, y colaboraba en la
destrucción de toda perspectiva emancipatoria.