dimecres, 16 de juny del 2010

Comentario de textos de la vida cotidiana en la Edad Media

El hambre en Flandes (1316)

Aquel mismo año (1316), hubo una penuria tal de vino en Francia que no se bebía en Tournai más que vinos de Saint Jean. Este año también, después de la desaparición del rey Luis, debido a las lluvias torrenciales y al hecho que los bienes de tierra ueron recolectados en malas condiciones y destruidos en muchos lugares, se produjo una escasez de trigo y de sal que tal <> de sal se vendía a seis libras, y la carestía aumentaba día a día. En el año 1316, en el mes de mayo, la penuría y carestía había aumentado y hubo en nuestras regiones intemperies y desórdenes atmosféricos; la <> de trigo se vendía a 60 sueldos, la de avena a 27 sueldos, la de guisantes a 45 sueldos y todavía apenas se podía obtener por dinero. Y el pueblo comenzó en muchos lugares a comer poco pan, porque no había y muchos se mezclaban como podían las habas, cebadas, arbejas y todos los granos que conseguían, y hacían con todo un pan que luego comían. A causa de las intemperies y del hambre tan atroz, los cuerpos comenzaron a debilitarse y las enfermedades a desarrollarse y resultó de ello una mortandad tan fuerte que ningún ser vino había visto jamás nada parecido... Yo certifico que en Tournai morían cada día tantas personas, hombres y mujeres, pertenecientes a las clases dirigentes, medias y pobres que el aire estaba por así decirlo completamente corrompido y que los sacerdotes de las parroquias no sabían a menudo hacia qué lugar dirigirse. Pobres mendigos morían en gran número en las calles, sobre los estercoleros y por todas partes, tantos que los consejeros de la ciudad dieron la orden y confiaron a ciertas personas el cuidado de llevar los cuerpos para enterrarlos a este lado del Escalda... y por cada persona enterrada les entregaban una cantidad determinada.

Chronique et annales de Gilles le Muisit, abbé de Saint Martin de Tournai (1271-1352).
Apud Mª I. Falcón; C. Orcastegui; J. A. Sesma y J. F. Utrilla.
Antología de textos y documentos de la Edad Media, Valencia, 1976, núm. 64.


El texto que vamos a comentar es "El hambre en Flandes (1316)", el cual se puede considerar que es de naturaleza narrativa-política al tratarse del relat de una hambruna ocurrida en Flandes a principios del siglo XIV. El texto se redactó aproximadamente en la cuarta década de del siglo XIV.

Este texto explica la situación de Flandes durante el hambre de 1316, esta fue la hambruna más atroz que afectó a la Europa cristiana en la primera mitad del siglo XIV fue la que se desarrolló entre los año 1315 y 1317. Afectó prácticamente a todo el continente, desde las tierras mediterráneas hasta las llanuras rusas, si bien los países más dañados en cuestión fueron, al parecer, Francia, Flandes e Inglaterra. Todo obedeció, según la documentación que conocemos (entre la que se incluye la Chronique et annales de Gilles le Muisit, abbé de Saint Martin de Tournai), a una grave crisis de subsistencias. Los "veranos podridos" de los años 1314 a 1316, así llamados por haber estado acompañados de una pluviosidad elevadísimma, desembocaron en unas cosechas catastrófias. Para hacer frente a las necesidades fue preciso recurrir a la semilla destinada para la siembra del año siguiete, lo que, por su parte, sólo sirvió para dilatar más la crisis.
La crisis agraria de los años 1315-1317 se tradujo, como no podía menos que suceder, en un espectacular aumento de la mortandad. En París, nos dice un texto coetáneo, "las gentes morían de hambre por las calles y plazas". Mas no se trata sólo de las impresiones subjetivas de un cronista atemorizado. A propósito de diversas ciudades flamencas, nos indican que en Ypres, entre el 1 de mayo y el 30 de octubre de 1316, murieron de inanición alrededor de 2.800 personas, lo que significaba entre un 10 y un 15 por 100 del total de la población de la urbe, sin duda un porcentaje altísimo. En el mismo periodo de tiempo debieron perecer en Brujas unas 2.000 personas, lo que suponía casi un 6 por 100 de sus habitantes.

El contexto histórico de este texto es la Crisis del siglo XIV es uno de los períodos que puede considerarse como de crisis secular o crisis general, al menos para Europa y la cuenca del Mediterráneo. Temporalmente abarcaría el tramo final de la Edad Media, hasta la recuperación de la población, el dinamismo económico y el nuevo vigor cultural que trajeron el Renacimiento y la Era de los Descubrimientos. Pero que supuso una época de crisis ambiental, vinculados a ciclos naturales, así como una terrible crisis demográfica vinculada a las epidemias, tanto como fue un tiempo de convulsiones sociales, políticas e ideológicas.
La Crisis del siglo XIV es uno de los períodos que puede considerarse como de crisis secular o crisis general, al menos para Europa y la cuenca del Mediterráneo. Temporalmente abarcaría el tramo final de la Edad Media, hasta la recuperación de la población, el dinamismo económico y el nuevo vigor cultural que trajeron el Renacimiento y la Era de los Descubrimientos.

El autor del texto es Gilles le Muisit, abad de San Martín de Tournai, es un clérigo, poeta y cronista francés, de finales del siglo XIII y mediados del XIV. Es el autor de Chrnoniques et Annales, escritas en francés, que narran los sucesos ocurridos durante la vida de este personaje en Flandes. Desde 1289 estuvo en la abadía benedictina de San Martín de Tournai como religioso. En 1327 se convirtió en su abad.
















Visión de las peregrinaciones en Dante (hacia 1300)

En cuanto hube perdido de vista a los peregrinos, decidí escribir un soneto que manifestase lo que había dicho en mi fuero interno. Y para que pareciese más lastimero, me propuse escribirlo cual si a ella -Beatriz- me dirigiese. Así, pues, compuse el soneto que empieza <<¡Ay, peregrinos de cavilosa faz!>>
Escribí peregrinos en la amplia acepción del vocablo, que puede sumarse en dos sentidos: amplio y estrecho.
En el amplio sentido, es peregrino quien se halla fuera de su patria. En el estrecho, sólo se llama peregrinos a quienes van a Santiago o de allí vuelven. A más, es de advertir que de tres modos se llama propiamente a quien caminan para servir al Altísimo. Llámase <> a quienes van a Oriente, pues suelen traer muchas palmas de allí; <> a los que van al templo de Galicia, pues la sepultura de Santiago está más lejos de su patria que la de cualquier otro apóstol, y <> a los que van a Roma, que era donde se dirigían mis peregrinos.

DANTE, La vida nueva, ed. F. ALMELA y VIVES, Madrid, Aguilar, 1931, p. 901.



El texto que vamos a comentar es "Visión de las peregrinaciones en Dante", el cual se puede considerar que es de naturaleza narrativa, debido a que cuenta unos sucesos que le ocurren al autor, y que quedaron plasmadas en la obra Vita nuova.

El texto se escribió entre 1292 y 1293.

Este texto explica las distintas formas de religiosidad popular existente en la Edad Media, una de ellas, las peregrinaciones .
Las peregrinaciones, directamente asociadas con las reliquias, fueron uno de los fenómenos de mayor trascendencia en la Edad Media. La religiosidad popular ejerció una increíble influencia a lo largo de la Edad Media, extendiéndose por todo el continente la creencia que los restos corporales u objetos que habían estado en contacto directo con un santo contaban con propiedades milagrosas y casi taumatúrgicas.
Había dos grandes santuarios para esta religión, Jerusalén, el lugar donde fue enterrado Cristo y Roma, donde está enterrado el que fue el primero apóstol y primer Papa, San Pedro. Pero a partir de la Edad Media numerosas ciudades europeas comenzaron a anunciar que habían descubierto los restos de algún santo, incorporándose así a las rutas de las reliquias. Algunos de los nuevos hallazgos fueron de gran trascendencia religiosa y social, como por ejemplo los del apóstol Santiago, que dieron lugar al nacimiento de una de las más importantes peregrinaciones de la cristiandad.
La de Santiago de Compostela fue la peregrinación más popular entre los siglos XI y XIV, fecha a partir de la cual comenzó a declinar.
Había otras rutas que, si bien no tuvieron el carácter universal de la de Santiago, alcanzaron proyección nacional. Otras peregrinaciones tenían un carácter local y recibían el nombre popular de romerías, por los peregrinos que iban a Roma. Permitían a todo aquel que dispusiese del tiempo o de los medios necesarios para realizar una de las grandes peregrinaciones sustituirla por otras de rango menor.

El contexto histórico en el que se sitúa la obra es la Plena Edad Media, época en la que se produce un significativo auge de la religiosidad. En las órdenes religiosas se viven aires de reforma, en un principio en Cluny y posteriormente con San Bernardo y el Cister. También aparecen órdenes militares y hospitalarias fruto de las Cruzadas que tienen su momento de esplendor en estas fechas. El clero secular también manifiesta un importante proceso de renovación al igual que las órdenes mendicantes -dominicos, franciscanos, espirituales y órdenes menores-. El espíritu religioso reformista afectará de igual manera a los laicos, adquiriendo una gran importancia los sacramentos y nuevas formas de culto y piedad.
Sin embargo, estos aires reformistas en ocasiones se alejarán de la ortodoxia provocando diversas corrientes heréticas -comunales, mesiánico-milenaristas, antijerárquicas, a favor de la pobreza- siendo la más conocida el catarismo. La reacción eclesiástica no se hizo esperar y la represión del catarismo traerá consigo la creación de la Inquisición.
La distante y fría imagen del Creador como supremo juez del universo, propia de los tiempos altomedievales, dejó paso a partir del año 1000 a la de un Cristo sufriente, redentor de la humanidad pecadora. Junto al Salvador, la Virgen, los apóstoles y los santos atestiguaban el continuo amor de Dios a los hombres, hasta el punto de que éstos entendieron a partir de entonces la fe como una emulación creadora de tales figuras celestiales; modelos de referencia universal, cimentaron también nuevas formas de práctica religiosa.

El autor del texto es Dante Alighieri, un poeta italiano de finales del siglo XIII y principios de XIV, que participó activamente en las luchas de su tiempo. Fue un activo defensor de la unidad italiana. Escribió varios tratados en latín sobre literatura, política y filosofía, entre ellos, la Vita nuova.




















Oblitariedad anual de los sacramentos de la penitencia y comunión en el IV concilio de Letrán (1215)

Los fieles de ambos sexos, una vez llegados al uso de razón, deben confesar todos sus pecados al párroco, al menos una vez al año y cumplir en la medida de sus posibilades la penitencia que se les haya impuesto. Deberán también recibir con respeto por pascua el sacramento de la eucaristía, salvo que, por consejo de su párroco y por razón suficientemente válida,se juzgue que deben abstenerse de ello temporalmente. De no ser así, serán apartados de por vida ab ingressu ecclesiae, y después de muertos, les será negada la sepultura cristiana. Para que nadie pueda alegar ignorancia, este decreto -encaminado a la salvación de las almas- será publicado en las iglesias. Si, por razones legítimas, se desea hacer confesión a otro sacerdote, se debe, con anterioridad, pedir la autorización del párroco propio, ya que, de lo contrario, no podría darse válidamente la absolución. El sacerdote debe obrar con prodencia para saber, cual médico experimentado, <> en las heridas de quien lo necesite, poniénose cuidadosamente en la situación del pecador y en las circunstancias del pecado para aplicar el remedio teniend, consiguientemente, en cuenta la variedad de medios para curar una enfermedad.

MANSI, Sacrorum conciliorum..., vol. 22. col. 1007-1010.


El texto que vamos a comentar es "Obligataridad anual de los sacramentos de la penitencia y comunión en el IV concilio de Letrán (1215)", el cual se puede considerar que es de naturaleza legislativa o cancilleresca al tratarse de una serie de axiomas dictados por el Papa durante el Concilio de Letrán de 1215. El estilo del texto es cancilleresco.

El texto se escribió durante el Concilio de Letrán, hacia 1215, para recoger las disposiciones tomadas por éste.

Este texto explica las distintas formas de religiosidad popular, pues a partir del siglo XIII se aprobará la implantación de la penitencia, es decir, el castigo o pena que se impone a un fiel para expiar sus pecados, y la confesión como sacramentos. No fueron muy populares a lo largo de la Edad Media.
La confesión, por ejemplo, no contó con normas fijas sobre cómo debía realizarse hasta el IV Concilio de Letrán, celebrado en 1215 en el marco de los intentos de la Iglesia por reprimir una serie de normas que reforzasen su papel en Europa. Así fue como la confesió, que antes era voluntaria pasa a ser obligatoria al menos una vez al año. Los párrocos no sabían cómo confesar y pasaron de haberlo hecho nunca a verse forzados a ello, de manera que tanto el confesante como el confesor tuvieron que acostumbrase. Con el fin que todos los párrocos aprendiesen pronto a confesar se redactaron los manuales de confesores, destacando en esta labor los dominicos.
Algunos autores interpretan la imposición de la confesión como una coacción a los fieles y un castigo a los eclesiásticos, ya que perdían el tiempo realizándola y desde que fue institucionalizada perdieron la capacidad de cobrar por ella. Los cristianos la adoptaron con una cierta reticencia y era costumbre confesarse únicamente en Semana Santa, la época más importante del año cristiano.
La confesión se fue desarrollando e incrementando hasta la actualidad, de tal modo que este sacramento se convirtió pronto en una de las herramientas religiosas de mayor impacto con las que cuenta la Iglesia. Para Delimeaux la confesión tuvo un impacto en la sociedad del medievo comparable al que tiene el aborto o la eutanasia en la sociedad actual. Hasta que la confesión no cobró fuerza el pueblo no sabía que algunas de las cosas que realizaban habitualmente eran pecado, lo que con toda seguridad causó un gran impacto psicológico.
En cuanto a la penitencia, ésta fue regulada para evitar excesos por parte de los fieles. Las penas impuestas fueron tipificadas, regulándose de menor a mayor gravedad: oraciones, limosnas, genuflexiones, ayuno, peregrinaciones…

El texto se sitúa en un entorno histórico en el cual el Papado buscaba afirmar su poder en Europa en el marco de los intentos de la Iglesia por reprimir una serie de movimientos heréticos, como los albigenes y los valdenses, así como la promulgación de una serie de normas que reforzasen su poder en Europa en temas relativos a la fe y la moral.
Inocencio III igualó su manera de dominio al igual que la de Gregorio VII controlando el territorio únicamente sostenido en una razón por la que trabajaba sin cesar. A principios del siglo XIII, las cruzadas habían fortalezido espectacularmente al Papado. Inocencio III dominada toda Italia y estaba dispuesto a poner firmes a todos los reyes europeos, a los dominió totalmente por medio de una poderosa arma como era la excomunión. Se reservaba Inocencio III intervenir en política cuando, a su juicio exclusivo, hubiera razón de pecado ("ratione peccati") en el actuar de los príncipes, puesto que éstos estaban para velar sólo por el bienestar físico de sus súbditos, mientras que el Papa estaba para velar por la salvación de las almas, empresa ésta más valiosa que la primera en términos morales.
Además, otra de las preocupaciones de Inocencio III fueron las numerosas herejías que estaban extendiéndose por Europa, como los valdenses, los cátaros, etc., que suponían para la autoridad del Papado un desafío.

El autor del texto es Giovanni Domenico Mansi, un teólogo italiano del siglo XVIII, estudioso e historiador, conocido por sus trabajos sobre los concilios de la Iglesia. Llegó a ser nombrado arzobispo de Lucca, y públicó las disposiciones tomadas en los Concilio desde sus comienzos en treinta y un volumenes.

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