dimecres, 16 de juny del 2010

Nacionaliamo norteamericano

1. Himno: Hail Columbia!
En 1797, un abogado llamado Joseph Hopkinson puso una patriótica letra a una marcha que el violinista Philiph Phile había compuesto para la primera ceremonia de investidura de George Washington como presidente de los Estados Unidos. Así, la "President March" se convirtió en "Hail Columbia" (Columbia es un nombre poético para América). En ella, junto a los elogios de rigor hacia Washington, se dice de Adams:
Behold the chief who now commands,
Once more to serve his country stands.
The rock on which the storm will break,
But armed in virtue, firm, and true,
His hopes are fixed on Heaven and you.
When hope was sinking in dismay,
When glooms obscured Columbia's day,
His steady mind, from changes free,
Resolved on death or liberty.

Mirad al jefe que ahora gobierna,
Una vez más está ahí para servir a su país.
La roca en la que se estrellará la tempestad,
pero, armado de virtud firme y verdadera
sus esperanzas están puestas en el Cielo y en vosotros.
Cuando la esperanza se hundía en el desmayo,
cuando las sombras oscurecían el día de Columbia,
su espíritu constante, ajeno a los cambios,
decidió muerte o libertad.
Hail Columbia se convirtió pronto de manera extraoficial en el himno de los Estados Unidos.

2. Himno: Defensa de Fort Henry
En uno de los barcos británicos que bombardeaban Baltimore se encontraba un abogado estadounidense llamado Francis Scott Key, que estaba negociando la liberación del doctor William Beanes, un anciano médico tomado como rehén en Washington. Al amanecer, el médico le preguntó ansiosamente: Dime, ¿sigué ahí la bandera?, a lo que Key pudo responderle afirmativamente. El 15 de septiembre, todavía en el barco británico, Key trató de expresar la emoción del momento con un poema de cuatro estrofas al que tituló La defensa de Fort McHenry. La primera estrofa dice:
O! say can you see by the dawn's early light
What so proudly we hailed at the twilight's
last gleaming?
Whose broad stripes and bright stars through
the perilous fight,
O'er the ramparts we watched were so
gallantly streaming?
And the rockets' red glare,
The bombs bursting in air,
Gave proof through the night that our flag
was still there.
O! say does that starspangled banner yet
wave
O'er the land of the free and the home of the
brave?

¡Oh, di!, ¿puedes ver, con la primera luz de la
aurora,
Lo que con tanto orgullo saludamos en el último
destello del crepúsculo,
Cuyas amplias franjas y brillantes estrellas, durante
la peligrosa lucha,
sobre las murallas observábamos ondear tan
gallardamente?
Y el rojo fulgor de los cohetes,
Las bombas estallando en el aire,
Dieron prueba en la noche de que nuestra bandera
aún estaba allí.
¡Oh, di!, ¿sigue ondeando esa bandera estrellada
Sobre la tierra del libre y el hogar del valiente?

Cuando el juez Joseph H. Nicholson, el cuñado de Key, conoció el poema, se dio cuenta de que encajaba con la música de "La canción anacreóntica", compuesta treinta y cinco años atrás por un compositor británico llamado John Strafford Smith (que a la sazón tenía sesenta y cuatro años) y que era el himno oficial de la Sociedad anacreóntica, un club de caballeros londinenses aficionados a la música. La primera estrofa dice:
To Anacreon in Heav'n, where he sat in full
glee,
A few sons of Harmony send a petition:
That He their inspirer and patron would be;
When this answer arriv'd from the jolly old
Grecian:
«Voice, fiddle, and flute,
No longer be mute,
I'll lend you my name and inspire you to
boot,
And, besides, I'll instruct you like me, to
intwine
The myrtle of Venus with Bacchus's vine».

A Anacreonte en el cielo, donde estaba sentado lleno
de júbilo,
Unos hijos de la Armonía le enviaron una petición:
Que él fuera su inspirador y protector,
Cuando esta respuesta llegó del divertido anciano
griego:
«Voz, violín y flauta,
No estéis mudos nunca más,
Yo os prestaré mi nombre y os inspiraré para
empezar,
Y además os enseñaré a combinar como yo
El mirto de Venus con la viña de Baco».

El 17 de septiembre (el mismo día que los británicos abandonaban la bahía de Chesapeake), Nicholson hizo imprimir y distribuir varias copias del poema.
El 20 de septiembre dos periódicos de Baltimore publicaron el poema de Key con una nota que decía: Música: Anacreonte en el cielo. La canción se fue haciendo popular paulatinamente, y hoy es el himno de los Estados Unidos.



3. Naciolismo estadounidense
La guerra entre Gran Bretaña y los Estados Unidos había potenciado un fuerte nacionalismo estadounidense. Los héroes de la guerra fueron ensalzados, como Andrew Jackson, o Stephen Decatur, el "el conquistador de los berberiscos", que en una fiesta celebrada en Norfolk respondió con un brindis en su honor con unas palabras que se hicieron famosas:
¡Por nuestro país! Que en sus relaciones con las naciones extranjeras tenga siempre la razón, pero, con razón o sin ella, ¡por nuestro país!
En este fervor nacionalista, el partido federalista que se había opuesto a la guerra y cuyas acciones habían rozado la traición, se sumió en el más profundo desprestigio y, ya durante el último año de la guerra, muchos de sus seguidores empezaron a pasarse al partido republicano demócrata. Este movimiento trasvasó también a este partido algunos aspectos de la ideología federalista, en especial uno que encajaba perfectamente con el nacionalismo dominante: la idea de un estado federal fuerte. En teoría, esta idea era el núcleo de la ideología federalista, pero ahora era adoptada por los republicanos demócratas con el nombre de unionismo. El ala unionista dentro del partido republicano demócrata indujo al presidente Madison a plantearse la reconstrucción del Banco de los Estados Unidos, que los demócratas republicanos habían dejado extinguirse cinco años atrás, cuando expiró el plazo asignado en el momento de su constitución. Los principales impulsores del proyecto fueron John Caldwel Calhoun y Henry Clay, que no desaprovecharon ocasión para poner en evidencia el perjuicio que había supuesto para el país carecer de un banco federal durante la guerra. Finalmente, el Congreso aprobó el proyecto el 10 de abril, que estableció la creación del Segundo Banco de los Estados Unidos por un periodo de veinte años.

la literatura de identidad nacional fue escrita por el grupo hegemónico cultural y políticamente en los Estados Unidos. Su período más significativo fue al inicio de la segunda mitad del siglo XVIII, porque entonces sentó las bases definitivamente del nacionalismo estadounidense. Fue un factor clave para convener a los ciudadanos de las colonias inglesas de Norteamérica que tenían que ser una nación independiente de Inglaterra, proceso que desembocó en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (1776-1783).

El Sentido Común
El Sentido Común, fue un ensayo escrito por Thomas Paine. Se publicó por primera vez el 10 de enero de 1776, durante la Revolución Americana.
El ensayo ejerció una gran influencia sobre la opinión pública durante la guerra de Independencia estadounidense, presentando a los colonos un argumento a favor de la independencia frente al dominio británico en un momento en que la cuestión de la independencia provocaba todavía suspicacias y gran parte de los colonos se sentían indecisos ante dicha cuestión. Paine redactó el panfleto en un estilo corriente para que la gente pudiera entenderlo sin dificultad, renunciando así a la Filosofía y al Latín, referencias utilizadas por los escritores de la era de la Ilustración. Paine estructuró la obra como si se tratara de un sermón incluyendo bastantes referencias a la Biblia como si fueran formulas y para influir de esa manera en el modo de actuar de la gente. El historiador Gordon S. Wood describió El Sentido Común como "el panfleto más incendiario y popular que se publicó durante la etapa revolucionaria."
El ensayo afirmaba que las colonias norteamericanas no obtenían ninguna compensación de su metrópolis, cuyo único propósito era explotar sus riquezas, y que cualquier análisis sensato concluiría con la necesidad de obtener la independencia del dominio británico y establecer un gobierno republicano propio.
Esta obra, publicada anónimamente, constituyó un éxito editorial sin precedentes en América, logrando vender más de 120.000 ejemplares en los tres meses siguientes a su aparición.


Bibligrafía
ÅQuiénes somos? : los desafíos a la identidad nacional estadounidense (*1)
Autors: Samuel P. Huntington
Edició: Barcelona [etc.] : Paidós, D.L.2004.

La invención de una nación : Washington, Adams, Jefferson (*1)
Autors: Gore Vidal ; traducción de Jaime Zulaika
Edició: Barcelona.
ISBN: 84-339-2565-2

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada