divendres, 18 de juny del 2010


EL IMPERIO PERSA

1.-Las grandes ciudades orientales

El Imperio Persa se enmarca cronológicamente entre el silgo VI a.n.e. y el siglo IV a.n.e., fecha en la que fue conquistado por Alejandro Magno.
Para encontrar el origen de este Imperio hay que remontarse al II milenio a.n.e. Una serie de movimientos poblacionales hicieron que diversas tribus de origen indoeuropeo se asentasen en la meseta Irania. Dentro de estos pueblos nómadas hay dos que destacan especialmente, los medos y los persas.
Los medos ocuparon la mayor parte de los territorios, hasta que un rey persa de la dinastía aqueménida se casó con una princesa meda. El fruto de este enlace fue Ciro II, en cuya persona se unificaron los dos estados: nace así el Imperio Persa.
Este Imperio llegará a ocupar una gran extensión territorial. Hacia el Este llegará a las tierras bañadas por el Indo, mientras que por el Oeste se expande por Mesopotamia, Asia Menor, la franja Sirio-Fenicia y Egipto.
Su capital irá cambiando a lo largo del tiempo, siendo cuatro las ciudades que ostentaron esta categoría: Ecbatana, Pasargada, Susa y Persépolis.
Los restos arqueológicos monumentales que van a aparecer se reducen básicamente a dos clases, palacios y monumentos funerarios. La religión persa no alzó templos en edificios para adorar a su dios único, sino que construían altares al aire libre.

2.-Los palacios aqueménidas
La arquitectura persa utilizaba el adobe, material constructivo característico de Mesopotamia, pero también la piedra, ya que disponían de canteras en la región iraní del Imperio. Parece ser que también emplearon mucho la madera, pero sus restos no han llegado a nuestros días.
El elemento más emblemático de la arquitectura persa es, sin duda alguna, la columna. Las columnas no eran utilizadas en la arquitectura mesopotámica, así que podemos considerarlas como la única aportación auténticamente persa en este campo. Su utilización permitía construir grandes espacios sin compartimentar mediante muros que los sustentasen, lo que se convertirá en la característica principal de los palacios persas.
Las primeras columnas persas eran de madera, por lo que no se conservan. Pronto se empezaron a levantar columnas de piedra, que permitían alcanzar una mayor altura (se conocen columnas de hasta veinticinco metros de altura) y eran más fuertes a la hora de aguantar las techumbres.
 
Las basas o parte inferior de la columna presentan dos tipologías distintas:
-En la primera imagen vemos el modelo más sencillo, que consiste en un doble pedestal escalonado, con o sin estrías adornándolo. Su origen parece ser jonio y suele darse, generalmente, en las construcciones más antiguas.
-El segundo modelo es el de la imagen contigua. Tiene un aspecto acampanado y su decoración consiste en motivos vegetales o geométricos. 

El fuste es la parte alargada que se apoya en la basa. Los hay completamente lisos o estriados. Estos últimos son de inspiración jónica, con unos surcos que presentan poca separación entre sí.

Los enormes capiteles son los elementos más peculiares de las columnas persas. Cuentan con tres partes, aunque no siempre tienen que aparecer todas ellas a la vez. Vamos a identificarlas de abajo a arriba en el dibujo de la derecha:
-La parte inferior, apoyándose directamente en el fuste. Es un capitel vegetal doble, con decoración floral de sépalos caídos hacia abajo.
-La parte central es un bloque cuadrangular que acaba con dos volutas en cada lado.
-La parte superior, además de ser la única que aparece en todas las columnas, es la más impresionante. Son dos prótomos o medios cuerpos de animales dándose la espalda. En el hueco que queda entre ambos se apoyarían las vigas del edificio. Los animales representados suelen ser toros y caballos o animales mitológicos, como grifos.
Las columnas estaban pintadas originalmente, aunque hoy en día no conservan su cromatismo.

A la izquierda tenemos una fotografía de un impresionante capitel de una columna persa. Podemos observar cómo descansaba la viga en el hueco entre los dos toros.

Las construcciones persas estaban destinadas a crear grandes espacios abiertos. Algunos expertos opinan que esta preferencia proviene de su pasado como pueblo nómada, que gustaba de acampar sobre amplias terrazas naturales. Estas terrazas, en tiempos anteriores a la unificación de medos y persas, eran adaptadas a sus necesidades mediante muros de sustentación, como vemos en la fotografía. Sus campamentos se establecían sobre la terraza.
Si bien las columnas les permitirán disfrutar de la sensación de amplitud que tanto gustaba a los persas, las terrazas adaptadas se siguieron utilizando, ya no para acampar sobre ellas, sino para alzar allí sus edificaciones más importantes.


2.1.-Ecbatana
Es muy poco lo que se sabe de esta antigua ciudad, elegida por Ciro II para ser su capital. Un texto de Polibio nos da una descripción de su palacio real. Según este autor estaba construido con madera de cedro y de ciprés, pero ésta nunca quedaba al descubierto. Estaba cubierta de metal, oro y plata, hasta las tejas. También sabemos que sus columnas estaban cubiertas de escayola y pintadas. No se ha conservado nada de este palacio.
Heródoto también nos habla de esta ciudad. Parece ser que estaba protegida por siete recintos distintos de muralla, de la cual tampoco quedan restos. Lo que sí queda patente es la importancia de la arquitectura de madera en esta ciudad.

2.2.-Pasargada
Ecbatana fue pronto abandonada. Ciro II construyó una ciudad de nueva planta para que fuese su nueva capital: Pasargada. No son muchos los restos de esta ciudad que han sobrevivido hasta el presente.
El palacio de Ciro II “el Grande” es un concepto absolutamente distinto al modelo mesopotámico. Mientras que en Mesopotamia se construían palacios grandes y compactos, Ciro preferirá una serie de edificios o pabellones más pequeños diseminados a lo largo de una gran superficie ajardinada (los canales de agua han llegado hasta nuestros días). Nos encontramos de nuevo ante el gusto persa por los espacios abiertos.
Todo el complejo palatino estaba amurallado. La única puerta es una construcción propiamente dicha, un edificio que hace las veces de puerta.
Ya una vez en el interior del recinto, una de las zonas mejor conocidas es la sala de audiencias o apadana, marcada en rojo en el mapa.

La apadana es un edificio muy abierto al exterior mediante grandes pórticos de columnas en sus cuatro lados. La sala de audiencias se limita a una estancia central abierta a los cuatro pórticos y con ocho columnas que sustentan su techumbre. Al ser estas columnas más altas que las de los pórticos, la reconstrucción de la izquierda nos ofrece la imagen que debió tener, con la parte central más elevada que el resto. Sólo contaría con dos habitaciones cerradas, las que vemos al lado de uno de los pórticos.

En la construcción de este edificio podemos observar nuevamente la atracción que los persas sentían por las superficies abiertas, herencia de su tradición nómada.
Dentro de los grandes jardines del palacio hay un pabellón, el “P”, que ha sido identificado como la residencia privada del rey Ciro. Es una gran sala de columnas central con pórticos a dos de sus lados. Sus columnas son bastante simples, con basas y fustes lisos.
A la derecha tenemos un plano de su planta y una fotografía del palacio en la actualidad. Es, como puede verse, una construcción sencilla y abierta. 


2.3.-Susa
También Pasargada dejó de ser la capital administrativa, aunque siguió siendo un lugar emblemático y de importante carácter religioso. Darío I trasladará la capitalidad a una ciudad ubicada en una zona más agreste y montañosa, Susa, que también se convertirá en centro religioso.
El monarca levantó su palacio sobre una gran terraza, como vemos en el plano de la ciudad.

La misma entrada al palacio es una construcción. Ya en el interior del recinto destaca especialmente la sala de audiencias o apadana. Consiste en una gran sala de columnas con pórticos en tres de sus lados y con un par de habitaciones cerradas en las esquinas.
El palacio está decorado con relieves vidriados al estilo mesopotámico. Como ya hemos comentado antes, los persas no fueron grandes innovadores, con excepción de las columnas, y se sabe que incluso recurrieron a mano de obra especializada de otros lugares. 


2.4.-Persépolis
La última capital, Persépolis, es el núcleo más importante del mundo persa, a tan sólo cuarenta kilómetros de Pasargada.
En una amplia llanura sobre una terraza se encuentran el área palatina. Su superficie es de cerca de ciento setenta y cinco mil metros cuadrados y sus distintas áreas fueron construidas por monarcas distintos. No es, por lo tanto, un complejo de concepción unitaria, sino que cada rey persa fue agregando una parte nueva. En la planta de la izquierda podemos ver identificadas con colores las distintas fases constructivas. Esta capital persa ha sido excavada desde los años treinta por el Instituto Oriental de Chicago.

El único acceso es a través de una doble escalera lateral, reconstruida en las imágenes. Llegamos así a un edificio que hace las funciones de puerta, la llamada Puerta de Todas las Naciones.
Este edificio-puerta tiene la entrada flanqueada por dos lamasus, tal y como vemos en la imagen. Una vez en el interior del recinto nos encontramos con una gran área abierta y distintos pabellones.
El más importante es la apadana. Sus proporciones son inmensas, con más de mil metros cuadrados de superficie y elevado sobre una terraza, a la que se accede por las escaleras que vemos en la fotografía. Tanto el basamento de la terraza como la escalera están decorados con relieves.
Su estructura es la típica de las salas de audiencias persas. La sala central presenta pórticos en tres de sus lados, mientras que el cuarto lado tiene una serie de habitaciones. Las columnas de este edificio son gigantescas, con unos veinte metros de altura. 

Detrás del edificio de la apadana nos encontramos con el palacio de Darío II. Presenta la estructura característica de las construcciones persas: una escalinata de acceso, pórticos con columnas y una sala hipóstila central. En la imagen de la derecha tenemos un relieve de su puerta, que representa al monarca luchando contra un león, motivo típico del mundo asirio.

Hay un recinto a la derecha de la apadana que ha sido llamado la Sala de las Cien Columnas. Por eliminación, ya que se han identificado el resto de estructuras del complejo palatino, se piensa que era la residencia de la guardia personal del rey persa, los inmortales. Parece ser que en un momento dado se le quiso añadir una puerta y un pasillo que la conectase directamente con la Puerta de Todas las Naciones, pero quedaron inconclusos. 



3.-La plástica al servicio del poder
En el mundo persa carecemos de representaciones de bulto redondo, pero abundan los relieves. El motivo principal de los mismos será el monarca y la exaltación del mismo: es una plástica al servicio del poder. Estos relieves, a diferencia del mundo asirio, no adornan gran parte de la superficie de los palacios, sino que su aparición se limita a los pretiles de las escaleras, a los basamentos de las terrazas y a las jambas de las puertas. En la imagen de la derecha vemos un ejemplo de relieve en el pretil de una escalera.

Una de las características más destacadas de estos relieves es la monotonía de sus representaciones, que suelen ser series de personajes prácticamente iguales entre sí. 

Uno de los temas favoritos en estas series son los soldados de elite, los Inmortales. Recibían este nombre porque al caer uno de ellos era rápidamente sustituido por un compañero, por lo que a ojos de sus enemigos parecían no morir nunca. 

Otro de los motivos recurrentes eran las series de pueblos presentando ofrendas al rey persa. Es una clara exaltación del poder real, el cual incluso es representado en perspectiva jerárquica.


En ocasiones adaptaban las figuras representadas al espacio disponible, como vemos en el relieve triangular del león atacando al toro.
Hay otro tipo de motivos en los relieves persas que ya hemos visto anteriormente, como luchas del rey contra leones o lamasus.

Ciro II “el Grande” decidió recibir sepultura en Pasargada. Su tumba presenta una tipología que no tendrá continuidad en el mundo persa.
Su estructura es muy simple. Consiste en una habitación de pequeñas dimensiones, con sólo tres metros de lado, situada sobre unos peldaños escalonados. Su techumbre exterior es a dos aguas, mientras que en el interior es plana.
La puerta de acceso daba paso a una segunda puerta que se abría al revés, por lo que era necesario cerrar la primera para poder abrir la segunda.
Parece ser que su interior estaba ricamente decorado. Incluso se sabe que Alejandro Magno mandó adornarlo con ricos tapices. Pero el saqueo de la tumba ha impedido que sus ornamentos lleguen a nuestros días.

4.-La arquitectura funeraria

El resto de monarcas persas prefirieron enterrarse en un lugar que dista sólo seis kilómetros de Persépolis, Naqsh-I-Rustam.
Para construir sus tumbas rebajaron la fachada de una montaña, excavando en su interior su sepulcro. Éste es muy sencillo, consta sólo de un vestíbulo y de la cámara funeraria. En su interior hay varias fosas, ya que parecen ser panteones familiares.
Los reyes persas no se enterraban en el suelo porque sus sacerdotes o magos consideraban que los cuatro elementos, tierra, aire, fuego y agua, eran sagrados. No había, por tanto, que profanar la tierra con cadáveres. Los magos persas, por su parte, reservaban para sí mismos un pintoresco ritual funerario: sus restos se colgaban de palos para que fuesen devorados por los buitres. Creían que así los pájaros subirían sus almas al cielo más fácilmente.

La montaña era rebajada formando una cruz para crear la fachada de la tumba. Ésta se divide en tres sectores: la parte inferior, que permanece sin decorar; la parte central, que representa el relieve de un pórtico y la parte superior, en la que aparece el monarca en actitud orante o realizando un sacrificio ante la divinidad, representada por un altar con llamas.

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