dimecres, 9 de març del 2011

Capítulo 12: RELIGIÓN EN HISPANIA ROMANA: CULTOS INDÍGENAS, CULTOS ROMANOS Y RELIGIONES ORIENTALES.


1.      LOS CULTOS INDÍGENAS.
1.1. La información epigráfica: áreas y volumen de testimonios.

            Tenemos en la Península Ibérica un problema con la religión indígena, ya que el registro de los nombres de deidades muestra que en estos momentos hay más de 300 deidades indígenas que se concentran el área de dominio indoeuropeo (la Hispania céltica). Por pura lógica ese modelo debería de funcionar exactamente igual en otros territorios europeos donde existe una tradición indoeuropea similar como la Galia por ejemplo, sin embargo la realidad es completamente distinta.

            Cuando se maneja la guerra de las Galias de César, vemos que éste es muy claro en cuanto a su información religiosa y dice que los galos tenían una religión muy simplificada y dice que solo le rendían culto a Marte, pero esto es una imaginación de César ya que Marte es una deidad romana, por lo que rendirían culto a una deidad de la guerra parecida a esta. Según Cesar la religión se canalizaba a través de los druidas. Eso es lo único que dice Julio Cesar después de varios años de guerras en las Galias. Sin embargo, esa información no tiene nada que ver para lo que tenemos en la Península Ibérica en la misma época y años posteriores, ya que tenemos cientos de dioses y no tenemos pruebas de la existencia de druidas a diferencia de las Galias, donde no tenemos divinidades pero tenemos druidas. Pero pertenecen a la misma tradición cultural por lo que se deberían parecer.

            Hoy en día se va abriendo camino una vieja tesis que formuló incorrectamente y sin saber que lo estaba haciendo Bosch Gimpera. Según esa tesis, la Península Ibérica fue el extremo final de un sinfín de migraciones indoeuropeas durante siglos, que atravesaron Europa y que confluyeron en Hispania como un lugar de donde no podían salir limitados por el mar. Irían llegando tradiciones religiosas indoeuropeas que pasaban por diferentes lugares de Europa sustituyéndose con cada invasión, pero que sin embargo en la PI se quedó y se fueron acumulando todas estas huellas durante ocho siglos.

            La realidad es que ese fenómeno empieza a tomar cuerpo con las nuevas evidencias. Se conocen cinco inscripciones de una nueva lengua, el lusitano, absolutamente incomprensible para nosotros actualmente. Se encuentran en el territorio entre el Tajo y el Guadiana que aparece un espacio residual de gentes que no existen en otras zonas de la Península Ibérica ni de Europa. Gente que traían una lengua y una religión totalmente distintas. Inscripciones que denominamos escritura tartésica pero que no tiene nada que ver, sino que se denomina así por dónde se sitúa. Hay que unirle los datos de más de 300 dioses de todo el territorio, por lo que es el final de un camino de migración por Europa de diferentes pueblos que van llegando, quedándose un residuo en diferentes lugares. Cuando aparece el latín que permite que estas poblaciones se unifiquen y usen el latín, empiezan a aparecer ese registro, empieza a florecer. Todos usan el mismo vehículo para llevar a cabo las diferentes tradiciones culturales y religiosas.
            Hay una excepción a esa concentración geográfica que aparece al norte de la línea, un dios indígena céltico que conocemos en la provincia de Jaén, es Betatum (importante) único dios céltico conocidos en Europa fuera del ámbito céltico.

            La mayor parte de esos testimonios son divinidades que aparecen citadas una vez o como mucho dos en los testimonios, por lo que no tienen un culto muy extenso en un amplio territorio, sino que tiene un devoto en la epigrafía. Sin embargo, además de esa fragmentación tan exagerada, conocemos al menos cuatro divinidades de las que podemos asegurar que tienen un culto suficientemente amplio como para considerarse deidades regionales y que ese culto se mantuvo en época romana.
  1. El primero de ellos es el testimonio del dios Endovellicus muy concentrado regionalmente. Principal divinidad lusitana meridional, cuyo santuario se encuentra en San Miguel de Mota (parroquia de Terena, concejo de Alandroal, en el distrito de Évora). Tenemos más de 30 inscripciones, pero siguen apareciendo en las actuales excavaciones. Sus devotos no son solo indígenas sino que hay muchos ciudadanos romanos, incluso algunos de rango ecuestre.
  2. El santuario de Endovellicus no debe confundirse con el culto de Vellicus que no tiene nada que ver ni geográfica ni culturalmente. El santuario de Vellicus se encuentra en el Raso de Candeleda en Ávila. Tiene una amplia imposición regional, culto que se extiende por amplias zonas del sur y podemos decir que es una de las grandes divinidades de los vetones. Conocemos un gran número de inscripciones de este lugar, en la parte superior hay un focus, un pequeño espacio tallado donde se realizaban los rituales.
  3. El tercero del que tenemos huellas regionales importantes es el de la divinidad de Lariberobreus, divinidad que a juzgar por lo que conocemos desde el punto de vista epigráfico tuvo uno de los santuarios de culto indígena mas visitados en la antigüedad de la Península Ibérica. Conocemos más de 100 inscripciones a esta divinidad. Su santuario se encuentra en el monte do Facho (Donón, Pontevedra). Se trata de una divinidad exclusivamente galaica y que todos sus devotos sin excepción son indígenas y en todos los casos en nivel claro de peregrinos, es decir gente siempre lejos de la ciudadanía. Uno de los puntos más puramente indígenas de la Península Ibérica. El santuario es muy imponente, altares con el nombre del dios.
  4. El cuarto y último santuario conocido es el santuario de Ataecina de Santa Lucía del Trampal (Alcuéscar, Cáceres). El culto a Ataecina es un culto vetón meridional y su culto religioso está muy restringido a la zona de Cáceres y norte de Badajoz. Pero además se encuentra muy dilatada en el tiempo, desde siglo I hasta el III. Su devoto es realizado tanto por indígenas como ciudadanos romanos. Ese acercamiento a la religión romana tiene que ver con las funciones protectoras de Ataecina en relación con Proserpina. Barrón, el gran historiador del siglo I, decía que Proserpina debía su nombre a la “serpiente”. Cuando en la Hispania se desarrolla el culto a Proserpina entra en sincretismo y empieza a confundirse con Ataecina, considerándole al mismo tiempo como una divinidad que protege el mundo subterráneo, aunque empezamos a pensar que Proserpina lo que empieza a proteger es la fertilidad de la tierra. Pero la evidencia física para probarlo viene de una inscripción de Mérida que se resanaba falsa pero ha sido redescubierta que explica el sincretismo. Ataecina está en Turobriga y toma su nombre de su santuario, pero además se representa como animal. Destaca un pequeño santuario que tenía en Malpartida de Cáceres. Lleva soldado en las patas de animal una placa metálica y encima de la placa hay una cabra, lo que prueba que se representaba como animal. Es la única divinidad hispana asociada a objetos  escultóricos.

Martes, 28 de abril de 2009

2.      Interpretatio y sincretismo

1. Extensión y cronología
2. La religión y la vida urbana
3. Religión y urbanismo

Tenemos más de 300 divinidades indígenas documentadas en la PI. Nosotros no sabemos cuántos principios religiosos hubo en la sociedad indígena, y sólo tenemos la evidencia de que están en desintegración en el momento de la llegada de los romanos.

            Desde el punto de vista geográfico se observa una clara concentración de divinidades en el territorio. Básicamente se concentran en los distritos de Bragança y Braga (Portugal). Cabe señalar que son dioses asociados a fenómenos naturales y creencias tradicionales y con un claro sentido protector. Estas divinidades locales están asociadas a funciones curativas, de protección de la riqueza agrícola, etc. Lo curioso es que no diferencian ámbitos de protección respecto a lo que podemos llamar “culturas mayores”. Ares/Marte/Cosu à son distintas denominaciones para una misma protección. Lo que ocurre finalmente es que el nombre del dios en esta cultura mayoritaria se impone al indígena produciéndose un fenómeno de sincretismo. Dicho fenómeno ayuda a entender por qué con el tiempo las divinidades indígenas van desapareciendo.

            Es incuestionable que los testimonios epigráficos que tenemos son formas de enunciar principios de protección de los que nosotros desconocemos el ámbito. Hay que recordar que sólo disponemos de fuentes epigráficas que nos hablan de estas divinidades locales. Las inscripciones muestran que esas divinidades eran suficientemente conocidas por los indígenas como para no tener que explicar qué protegían. Destacan:

-         Ilurbeda à Alvares (Gois, Coimbra)
-         Nabia à Pedrogao Pequeño

En ambos casos hablamos de divinidades indígenas que han sobrevivido a la llegada de la cultura romana. Pero existen en un contexto romanizado, por lo que los indígenas adoptan nombres romanos y utilizan el latín.

Junto al área de los dos distritos de Portugal hay una tercera zona muy importante que es el distrito de Castelo Blanco situado más al sur, en las proximidades de la frontera con España. En ese distrito hay una antigua ciudad indígena situada en la pequeña aldea de Idanha-a-Velha, con importantes dedicaciones a Arentius. Del área que rodea esta aldea procede la mayor concentración epigráfica de Portugal. Y son importantísimas las dedicaciones a divinidades indígenas con un perfil muy parecido a los anteriores, pero con una concentración inusual y con muchas diferencias en las denominaciones de los dioses. Desde el punto de vista cultural es una de las zonas en donde más fuerte se mantuvieron las tradiciones locales desde época tartésica.

II.- La religión oficial romana

La plena irrupción de la religión romana se produce a partir del 218 a.C. Pero sólo llegan algunos cultos romanos, los propios de las gentes que entran en la península. El panteón romano que comienza después de la IIGP va a trasladar a Hispania las mismas diferenciaciones que las de Roma: clara separación entre cultos rurales y cultos urbanos. Asimismo se diferencia entre cultos comunes y cultos domésticos. Esa diferenciación se había desarrollado ya en Italia antes del 218 a.C.
A pesar de que el culto romano se extendió a partir del 218 a.C. tardó mucho en ser visible desde el punto de vista epigráfico y en tener una presencia física en la vida de las ciudades, ya que la manifestación epigráfica de la religión romana va a asociada al desarrollo de la arquitectura urbana y hasta el momento en que las ciudades no crearon sus grandes conjuntos arquitectónicos no se extendieron tampoco las prácticas epigráficas. Ejemplo: Altar de Dènia dedicado a Venus. Podríamos incluso poner una fecha, porque sabemos que la arquitectura de la religión no se desarrolla hasta que las ciudades no tienen estatuto jurídico de municipio o colonia. Dicho esto, la extensión de la epigrafía religiosa en las ciudades de Hispania es pareja a los ritmos de municipalización y colonización. Tenemos, por tanto, escasas evidencias julio-claudias y un máximo desarrollo desde los flavios. Los devotos son: indígenas romanizados y ciudadanos romanos.



Gracias a la existencia del libro de Barrón sobre la historia de los cultos romanos tenemos explicaciones de las funciones de cada una de las divinidades.

Barrón nos habla sobre las ninfas definiéndolas como abstracciones de lugares relacionadas con las aguas que aseguran la curación de aquéllos que se sumergen en aquellas aguas. Muy difundidas en el mundo romano.

En ese ámbito de la confusión uno de los principios religiosos más repetidos son los lares, que se ocupan de todo aquello en donde la confusión en el conocimiento del panteón impide poner el nombre del dios con una cierta precisión. En sentido etimológico son los divinidades que protegen a la extirpe familiar, pero estas divinidades pasaron muy pronto a ser divinidades que protegen a los miembros del clan cuando salen del espacio doméstico. Hay dos inscripciones, en Braga y en S. Salvador de Tuias (Marco de Canaveses, Porto) que hace referencia a los lares viales y son los que protegen los tránsitos de los desplazamientos de los individuos fuera del espacio familiar. Pronto estos lares viales pasaron a ser colectivos y se colocaron en los cruces de los caminos. Los lares son divinidades cuyo número crece con el tiempo.

Fuera de estos ámbitos tan personales tenemos algunas divinidades muy bien definidas en la interpretación romana y que tuvieron un amplio impacto en las comunidades hispanas. Los dos más importantes con los de Marte y los de Júpiter, ya que tenían un parangón fácil con divinidades locales y porque vinieron a la PI desde el primer momento de la conquista y en consecuencia se extendieron mucho más que otras manifestaciones religiosas. Destaca Cosu, que tiene su culto en áreas célticas y que es el equivalente a Marte.

MARTE

- Más de 100 testimonios
- Se realiza su culto sobre todo Hispania occidental
- Sincretismo con Cosu
- Marte es sobre todo culto de veteranos y se extiende mayoritariamente en las áreas de reclutamiento de auxiliares. No es un culto de guerra en sentido estricto.

Imagen: inscripción de la Torre de Hércules (La Coruña) dedicada a Marte. Es un lugar que no tiene nada que ver con el ejército, pero su arquitecto, Gaius Servius Lupus, es militar.

JÚPITER

- Se extiende porque es la cabeza de la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno, Minerva)
- Es la cabeza del panteón romano
- Su difusión en Hispania es imaginable que se viera especialmente favorecida por la existencia  en la religión indígena por Lug
- Raíces republicanas e incluso etruscas
- Fuerte implantación rural por sincretismo
- Mayoritariamente en contextos indígenas peninsular
- Se diferencia claramente en ámbitos urbanos y rurales: en el primer caso se construyeron templos a la Tríada Capitolina presidiendo los foros urbanos, pero en el segundo caso se multiplican los testimonios del templo a Júpiter y muchos de estos testimonios son al aire libre, por lo que sólo requieren la existencia de un témenos
- Entre todas las acepciones posibles que tiene Júpiter mayoritariamente en Hispania tiene los siguiente epítetos: Júpiter Óptimo Máximo (IOM: IOVI OPTIMO MAXIMO)
- Conocemos 4 tipos de dedicaciones:
            1. Oficiales à una decena de casos realizados por las vexillationes de la VII Gemina
            2. Colectivas à como un ejemplo epigráfico en el que se rinde culto a Júpiter por una ciudad
            3. Particulares
4. Para pedir por otros: Pro salute… (para pedir la salud de otros…)

-         Los altares de Júpiter tienen una particularidad: son de tamaño reducido, por lo que pueden ser transportados. Es probable que fuera un culto sin un lugar fijo.

jueves, 30 de abril de 2009                                                   

Los dioses que tienen que ver con la Tríada Capitolina son bastante corrientes. Juno es una divinidad femenina protectora cuyos feligreses suelen pertenecer a las élites urbanas y a las élites de la administración romana, con capacidades económicas muy elevadas. Lo normal es que hagan referencias a donaciones enormes para construcciones de templos, estatuas… utilizan este ámbito religioso como práctica de autorepresentación. La misma costumbre de hacer ostentación de la riqueza personal se hace a través de Juno.

El culto contrario es el punto del liber pater que se extiende de forma extraordinaria por occidente y tiene que ver con que liber pater fue muy cercano a Dionisos, a Baco y se consideró una divinidad protectora de los campos. Hispania es el lugar donde más testimonios de culto a esta divinidad. Sus seguidores son de condición peregrina o son pertenecen a espacios rurales. El culto de liber pater acabaría siendo mayoritario. Como divinidad agrícola suele carecer de templos, pues la colocación de altares se daría en espacios abiertos con un témenos.

III.- Los cultos orientales

            Hay una serie de divinidades denominadas “mistéricas o u orientales”, cuyos rituales no eran públicos, pues estaba ceñidas a sociedades casi secretas. Estos cultos en sus lugares de origen fueron cultos masivos casi nacionales, como el de Isis. A partir de la Batalla de Actium (31 a.C.) pasaron a occidente de forma masiva y se extendieron por todos los territorios y fueron mal vistos desde el punto de vista político. Había bastante miedo hacia estas divinidades. Sin embargo, tras un corto período de resistencia, sobre todo a comienzos del siglo I, y entre ellos se encuentra el cristianismo. Son cultos que eran desconocidos a la práctica de la religión oficial.

            Tradicionalmente relacionados con militares (explicación tradicional), y eso explicaría su difusión en puntos del extremo occidente  incluso hacia las Islas Británicas. Pero está descartada, porque los mejores testimonios de los cultos mistéricos proceden de zonas sin establecimientos militares, como Augusta Emerita, o como también ocurre en Italia. A cambio se está abriendo una nueva perspectiva: la realidad es que en las inscripciones la mayor parte de los fieles son gentes que pertenecen a las capas altas de la nobleza romana y si vemos las fuentes relacionadas con las prácticas de estas religiones observamos que las mejores acusaciones de pertenecer a estas religiones se hicieron fundamentalmente por mujeres. Muchas veces hay prácticas sangrientas (prácticas de sacrificios de animales y en algunos casos incluso humanas). Las divinidades se manifiestan a través de esa sangre. Hay una proximidad religiosa a las religiones oraculares. Apenas tuvo éxito en las áreas rurales. En las áreas urbanas cosmopolitas y las élites dirigentes que querían probar todo aquello que venía de Italia dio lugar a una propagación incesante, sobre todo con la construcción de templos. Cuatro divinidades principales:

1.      Mitra à es el culto más extendido en todo occidente. Fue de origen persa con una especial predilección por los rituales sangrientos y se extendió sobre todo por Lusitania. La principal comunidad mitraica estuvo en Mérida y allí se construyó una gran casa que albergaba las ceremonias, que es el llamado Mitreo de Mérida. Mitra tuvo un sacerdocio establecido que no se ocultó ni llegó al límite de la clandestinidad en el que participan miembros de las élites locales que asumieron de forma rotativa el desempeño de las prácticas asociadas a estas ceremonias. Estos sacerdotes se pueden caracterizar económica y sociablemente como una aristocracia urbana y son muy interesantes porque protagonizaron la mayor resistencia del paganismo. Los sacerdotes de Mitra se convierten en el baluarte de la religión pagana. Tenemos una inscripción en la que aparece el año de la colonia 180 (el año de la fundación de la colonia es el 155). Es una divinidad masculina. 
2.      Isis
3.      Cibeles à es de origen sirio a la que la tradición religiosa de occidente se considera madre de todos los dioses. Recibió culto en muchas comunidades, sobre todo de Lusitania. Destaca el altar dedicado a Cibeles (Beja, Portugal, siglo II d.C.).
4.      Serapis à es un culto de origen egipcio, pero cuando se extiende por occidente no tiene nada que ver con la religión egipcia, perdiendo incluso toda su iconografía. A cambio, en occidente se convierte en una religión de élites próximas al nivel senatorial, hasta el punto de que los mayores devotos de este culto son gentes del ámbito senatorial. De todos los testimonios de Serapis en Hispania destaca el santuario de Serapis en Panoias (Portugal). En los lados de los afloramientos de granito se grabaron las instrucciones para realizar el ritual, de manera que las podemos conocer. Sus devotos no se conformaron con hacer un santuario en un lugar de destino, sino que lo extienden a varias provincias en IR. Son propagadores religiosos.

IV.- El culto al emperador

1. Cronología de su establecimiento

El culto a la figura del gobernante es difícil de rastrear en las fuentes antiguas o difícil de situar con precisión, ya que nunca hubo una religión declarada en la antigüedad. Pero por los datos que tenemos en la época helenística podemos calibrar cuándo empezó la práctica de la veneración a los gobernantes. A finales del siglo IV a.C.  Alejandro Magno visitó el templo de Amón, situado en el oasis de Siwa, y el oráculo del templo reveló a  Alejandro su carácter divino. Sin embargo esa revelación debió ser insuficiente para crear un culto a Alejandro, de manera que se llegó incluso a suponer un adulterio de su madre con tal de asegurar el carácter divino de Alejandro. Se llegó a decir que no fue hijo de Filipo, sino que su madre cometió adulterio con un faraón egipcio llamado Nectanebo II. De esta manera automáticamente tenía carácter divino. A partir de ese momento, el siglo III a.C., la iconografía de los políticos de los reinos helenísticos empezó a representar a sus monarcas como si se tratara de divinidades creando leyendas e incluso sacerdocios que mantenían el culto hacia estos dirigentes. Sin embargo, esos cultos orientales fueron casi siempre puntos post-mortem, como el de Alejandro Magno. 

            En esas condiciones Roma conquistó Oriente y absorbieron para la cultura romana todas estas tradiciones tan alejadas de la cultura romana, de manera que se había ido toda la posibilidad de concentrar la divinidad a cualquier dirigente. Con la conquista de Grecia influyen en Roma por lo que dejan de verse con aversión. A partir de tiempos de Augusto se empezó a crear una religión personalizada como la que había en los reinos helenísticos sin  que esto supusiera rechazos.
2. El culto imperial y la vida de las ciudades

Tenemos una fecha de inicio, que es el texto de Tácito que dice que el año 15 d.C. los hispanos pidieron autorización para establecer el culto. Ese templo fue erigido el año 15 d.C. y en consecuencia sabemos que existe un punto en la Tarraconense para el culto al emperador, que empieza a ser muy pronto reflejado en las monedas (Augusto sentado en una silla, a veces representado como Júpiter, etc.). Ese culto no fue un problema único de Hispania, puesto que en Narbona también había existido un altar para rendir culto a Augusto como el que luego se establecería en Tarraco. Hay inscripciones en la Lusitania y en la H. Citerior que nos indican que desde principios del siglo I d.C. la religión en torno al emperador fue una realidad y que a partir del 15 d.C. comenzó a sistematizarse. Tiene como condicionante la muerte previa del monarca. Si su gestión era aprobada se convertía en divinidad, si no se procedía a la damnatio memoriae. Por tradición egipcia sobre todo todos los parientes de un emperador divinizado adquirían la condición divina también.

            Con esta proliferación de dioses a partir de época de Tiberio el mundo romano se  vio abocado a la oficialización de este culto y a hacer que fuera algo más que una práctica ocasional de determinados ciudadanos, que una religión practicada sólo por unas élites locales, y se creó una nueva jerarquía religiosa. Tenemos testimonios muy tempranos al culto del emperador, como el altar de Setúbal (Lisboa).

            Con el paso del tiempo se extendió también a los conventos jurídicos y acabaría alcanzando también a las provincias, de tal manera que se llegaron a crear tres niveles de culto perfectamente diferenciados para atender el culto imperial coexistiendo con la religión romana.

3. Niveles de organización

Tres niveles de culto

1. Ámbito local

a)      Flamen à magistrado con experiencia. Responsable del foro. Anuales
b)      Servir Augustalis ( 6 funcionarios) 3 libertos + 3 ingenuos

2. Ámbito conventual à sacerdos conventus
3. Ámbito provincial à flamen provinciae

            Los sacerdotes del culto al emperador de las ciudades pasaron a llamarse “flámines” para distinguirlos de los pontífices, que eran los sacerdotes de la religión oficial, retomando así una denominación muy antigua de época tardo-etrusca y republicana. Estos flámines como sabemos por las leyes de Narbona del culto imperial eran anuales y su renovación se producía en el primer día del calendario oficial romano (el 1 de marzo). Se combinó con un calendario administrativo (comienza el 1 de enero). Para auxiliarles en sus servicios tienen a los Serviros Augustales, con 6 miembros, que tiene una composición mixta entre libertos e ingenuos (gentes nacidas libres).  Sin embargo, como los libertos tenían cerrado el acceso a la vía pública y en la práctica sólo se les consentía llegar a este nivel casi siempre los 6 fueron libertos.  En cada uno de los 14 conventos jurídicos había un sacerdote dedicado al culto imperial, que para distinguirlo de los anteriores recibe el nombre de sacerdos. El que alcanzaba el máximo desarrollo recibía el título de flamen, pero para distinguirlo del sacerdote local se denomina “flamen provincial”. Son los interlocutores del concilio provincial en las relaciones con el emperador, es decir, función política pero también religiosa.

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