dimecres, 9 de març del 2011

Capítulo 1: FUENTES PARA LA HISTORIA DE ESPAÑA ANTIGUA.


1.      FUENTES LITERARIAS.
Desde hace más de cinco siglos, el interés por el estudio de la antigüedad llevo a realizar la primera acumulación de datos sobre ello, lo que conocemos ahora como una disciplina plenamente desarrollada. Esos primeros ensayos de compilación de datos dieron lugar a que el saber acumulado en la época medieval en los monasterios tomaran formas escritas en las grandes bibliotecas europeas del renacimiento. Somos deudores de la tradición copista, pero ésta fue salvada por los escritores de los siglos XV Y XVI trasladaron esa información a manuscritos trasladados a bibliotecas.
Cabe señalar el Metellus 2 (1560) un manuscrito de la biblioteca vaticana, se trata de una recopilación de lo que en su tiempo se conocía sobre la historia de algunos países de occidente y sobre la historia antigua de de algunas zonas galas y de la Bretaña.
Las fuentes originales normalmente han desaparecido, no existe actualmente documento alguno en soporte orgánico en una cantidad suficiente para hacer la historia en ningún territorio habitado por algún pueblo de la antigüedad. En Egipto, sin embargo, el papiro ha sobrevivido con el ambiente seco del desierto, y es que las condiciones climáticas de Europa no han sido favorables para que perduren. Los únicos ejemplos conservados se encuentran en la biblioteca vaticana, y todos los demás vienen de Egipto y del norte de África. Nosotros dependemos ya de segundas copias, a pesar de lo cual son de la misma utilidad que los originales puesto que los antiguos tampoco eran los que salían de puño y letra de los escritorios (Plinio, Mela, Estrabón), ya que tenían que conseguir que la leyeran sus contemporáneos haciendo varias copias, las cuales se encargaban normalmente a escribanos especializados que transcribían los documentos. A la hora de copiar no todos los escribanos fueron exactamente fieles al texto que estaban copiando, por lo que ya en su tiempo los textos de Estrabón que circulaban en tiempos de Augusto por el mundo ya tenían diferencia, por lo que con el tiempo fueron acumulando a su vez nuevos errores. De tal forma que incluso en una fecha tan antigua como es el siglo XVI algunas de las copias tenían  ya serias divergencias.
Cuando nosotros estudiamos las fuentes sobre la antigüedad tenemos que fiarnos de la aparentemente más fiel de las transcripciones porque disponemos de varias copias con su cadena de errores, por lo que no todos son coincidentes. En historia nos encontraremos con un importante proceso, el de fijar el texto en el que se fija una forma de ese texto, establecer un consenso sobre cual es la versión que más se puede acercar a la versión original. Así pues, se trata de reducir todos los ejemplares de los manuscritos existentes.
En los códices de Plinio, Estrabón… nos podemos encontrar mencionadas las diversas provincias de la Hispania romana, en la que vemos que las variantes afectan a un topónimo, entonces si podemos decir que existe un problema, ya que entonces afectará a su sentido.
Es el caso de Elche, la Alcudia que en tiempos antiguos se llamaba Ilici, en la que en algunos textos aparece como Illici, duda que todavía permanece. Pero el caso más grave está en Alicante, en Lucentum en la que no hay una sola fuente antigua de la ciudad, y por tanto no hay seguridad de la exactitud del topónimo, ya que nos lo encontramos de diferentes maneras que acabaría por transformar el nombre original de la ciudad. Además de esto, podemos encontrarnos con que en las copias a veces suprimen por descuido muchos elementos.
El proceso de fijación del texto por tanto, se convierte en una actividad clave para poder utilizar una fuente, por ello se fijan normalmente a lo largo del s. XVIII cuando existían muchos especialistas, de manera que hoy nos ha llegado una versión unificada.
En la transmisión textual tenemos tres elementos por donde pasa todo texto antes de llegar hasta nosotros:
-          Las copias manuscritas;
-          Las ediciones fijadas;
-          Las compilaciones.
Éstos últimos sirven para bucear por todos los libros en busca de las fuentes sobre la historia antigua. Hoy en día por tanto, el trabajo se simplifica gracias a las compilaciones, que son trabajos que derivan de las ediciones fijadas. Las transmisiones textuales son fundamentales para el conocimiento de las fuentes de la antigüedad. En la Península Ibérica la escasez de las fuentes clásicas es tan exagerada que solo tenemos completos dos o tres enteras, lo que significa que tenemos que buscar información adicional, suministrado por las inscripciones, monedas y hallazgos arqueológicos.
2.      INSCRIPCIONES.
            En el caso de las inscripciones, nos encontraremos con el mismo problema que con los autores, ya que llegan a nosotros de forma fragmentaria. Muchos se han perdido por lo que ahora tenemos las copias que se hizo en el momento del hallazgo antes de que desapareciera. Esto es debido al mercado de antigüedades en las que las inscripciones son un elemento muy interesante, llega hasta tal punto que muchas veces la información procede de catálogos de subastas.
En el caso de las inscripciones que existen en todo el mundo romano, unas 300 000 son conocidas, y de ellas unas 20 000 se encuentran en la Península Ibérica. Es decir, que ahora a los documentos textuales hay que añadirles estas 20 000 inscripciones para completar nuestra información sobre el mundo antiguo, aunque muchas no hayan llegado hasta nosotros o solamente una parte.


Desde que se encuentran pasan por una serie de procesos, como es el caso de la fotografía o el calco para obtener una reproducción del documento, igual que el proceso de la transmisión de los documentos escritos dan lugar a una fijación de texto en la que un especialista elabora una versión de lo que dice la inscripción, hace comentarios y finalmente, pasará a una compilación.
Por tanto: descubrir + copiar + fijación del texto + compilación definitiva à proceso muy similar a los documentos escritos.
3.      MONEDAS.
Ocurrirá exactamente lo mismo. Hay un alto número de hallazgos numismáticos, pero esas piezas en el momento de su hallazgo son una acumulación de diferentes categorías que no se podrían estudiar individualmente, con un trabajo de síntesis intermedio con dos tipos de estudio en un proceso de fijación:
-          En primer lugar seria la formación de catálogos.
-          En segundo lugar se realiza también los estudios de las cecas (talleres donde se realizan las monedas) a través de los hallazgos.
En este proceso de fijación intermedio para que esa numismática se convierta en fuente histórica, se debe extrapolar la información que sirva para formar hipótesis históricas correspondientes, por eso un libro clave es el de Harold B. Mattingly, en el que defiende qué se puede deducir de las monedas para poder llegar a conclusiones históricas.
4.      COMPILACIONES DE FUENTES LITERARIAS.
            Están reunidas en ediciones fijadas y compilaciones, de las que las realizadas en los años 60 y 70 son las más completas en la que Antonio García y Bellido destacará en este aspecto. Sus dos obras son:
-          La España del s. I de Nuestra Era (según Mola y Plinio).
-          España y los españoles hace dos mil años (según la “geografía” de Estrabón).
Con estas dos obras tendríamos la edición fijada de las tres primeras fuentes para el estudio de la antigüedad de la Península Ibérica. De Estrabón existe una edición actual de Javier Gómez EspelosinGeografía de Iberia” en la que respecto a la toponimia superará a García y Bellido y para los siglos anteriores a Augusto tendremos la obra de “Las guerras ibéricas. Anibal”. Normalmente las diferentes editoriales hacen una serie de diferentes autores y para el caso de la Península Ibérica la edición de Bellido será la más interesante.

La mayor colección de fuentes fijadas es la británica de la LOEB, con muchas décadas de existencia que tiene todos los textos antiguos, del original al inglés, para muchos autores en los que no hay ediciones al castellano, será lo más accesible. Mientras que para otros si que tenemos traducciones como “Fontes hispaniae antiquae”, colección que se empezó en la Universidad de Barcelona, escrito por un gran hispanista alemán, Adolf Schulten quien excavó los campamentos romanos de Numancia. Después de la II Guerra Mundial, estuvo al servicio del gobierno español, para llevar iniciativas tras la guerra civil española, para que relanzase la labor investigadora escribiendo este libro en el que el último volumen quedará sin concluir, apareciendo finalmente completa en los años 50.
Una vez que nosotros pasamos el nivel de las fuentes, todo lo que averigüemos a partir de ahí hay que utilizar la información con mucha preocupación, puesto que nuestra generación somos los que interpretamos (ya no serán los autores de la época).
5.      HALLAZGOS Y COMPILACIONES DE INSCRIPCIONES.
Las inscripciones de la Península Ibérica se viene recogiendo tradicionalmente desde el s. XVI por multitud de figuras con un gran conocimiento de la epigrafía antigua. El hispanista, E. Hübner que vivió en la segunda mitad del s. XIX realizó el primer catálogo de las inscripciones romanas de la Península Ibérica, es el compilador de los textos, aunque no fue el único dispuso de una gama de información textual que demostró que la epigrafía interesó a una gran cantidad de eruditos de la época (por eso disponemos de 20 000 piezas).
Gracias al dibujo de un ingeniero de caminos tenemos una copia de una de estas inscripciones. Este ingeniero mientras trazaba la vía de ferrocarril desde Zaragoza hasta Valladolid, Ramón Depret, se encontró en Uxama (Soria) con una pieza de una categoría excepcional[1] y la dibujó, como vemos en la imagen de la izquierda. Al contar la pieza con un solo lado de inscripción el resto de la figura la fundieron.

Otro hallazgo casual fue descubierto en Tarragona por B. Hernández Sanahuja quien descubre una inscripción en la que lo único que tiene es un papel fino y un carbón por lo que hace un calco sobre la pieza, lo único que nos queda sobre una pieza que posteriormente se perdería. También por esa fecha realizará otras inscripciones, esta vez de monedas y en otros casos esas copias se hacían en pasta de papel que aplicada sobre las inscripciones permite la realización de un molde.
Sin embargo, otras veces lo único que nos queda son los testimonios de las primeras fotografías de materiales arqueológicos, como es el caso de Manuel de Góngora en el Museo de Granada hacia 1860, por tanto una de las primeras fotografías de la historia de España.
Otras veces no contaremos ni siquiera con calcos, sino con cartas de aquellos que descubrieron las piezas y se lo comunicaron a otras personas o apuntaban una breve descripción sobre lo descubierto. De esta manera podemos conocer el contenido exacto aunque no llegase hasta nosotros esa pieza original.
La compilación de Hüber solo contaba con 6 000 inscripciones por lo que en lo que ha sido el s. XX se han incorporado otras 14 000 inscripciones.
Hoy en día los calcos en papel han sido sustituidos por los calcos de silicona y los medios informáticos que permiten la reconstrucción con una alta fiabilidad. Cuando se hace el molde de silicona el texto ya da muchas pistas y se puede recoger mucha información, como es el caso de la inscripción que se encuentra en la fachada del Ayuntamiento de Elche. Además, el desarrollo de los sistemas gráficos permite la reconstrucción y el conocer el contenido de las inscripciones hasta el punto de que cualquier fragmento por pequeño que parece sea muy útil.  Gracias a la fotografía se verán elementos que a simple vista no podemos ver, como el trazado original de las letras por ejemplo, o los errores que ha cometido el que lo escribió.
A diferencia de lo que interesaba en el s. XIX, actualmente interesan otros aspectos gracias a la aplicación de nuevos métodos que nos permiten conocer como hemos dicho antes elementos que ha simple vista no nos hemos podido percatar. Es el caso del fragmento de una columna en el que apenas tiene cierto interés epigráfico ya que se ven letras sueltas, en la que aparece la palabra IMP y arriba lo mismo pero con un trazado diferente. Sin embargo, al hacer una fotografía vemos muchísimos tipos de letra que antes no veíamos, lo que nos da el dato de que se trataba de practicas de escritura sobre esa columna, que aunque no tenga interés para la epigrafía para la historia cultural si que tiene mucha importancia.
A todo esto hay que añadirle la propia ayuda de la naturaleza que nos aporta información topográfica, además de poder contar con ayuda en el ámbito de la epigrafía de lugares muy dispares como es el caso del arco de Medinaceli (Soria) en la que hay unos agujeros en la parte superior, explicados siempre como consecuencia de disparos, pero en realidad son las huellas de anclajes de letras de bronce.
El conjunto epigráfico de la Península Ibérica en estos momentos es de unas 1 000 inscripciones que la mayor parte de ellos en torno al 59% son funerarios, 6 de cada 10. Detrás se encuentran en mayor numero los motivos votivos (unos 2 500). Gracias a estos conocemos muchos nombres de deidades de un pueblo politeísta, conjunto clave para el estudio de las religiones. El resto de los epígrafes ya serán en cantidades mas pequeñas (grafitos, obras publicas y privadas, textos jurídicos…), casi unos 20 000 testimonios.
Ese continuo crecimiento se contrala desde un centro que se encuentra en Alcalá de Henares, el llamado Cil II, donde existen además ficheros físicos en papel de todas las inscripciones antiguas de la Península Ibérica. Ese centro, además de ser un lugar de referencia en Internet, también tiene esas copias en papel de todas las inscripciones con notas de ese fichero desde el s. XIX, todos los documentos de todas las inscripciones, además se le va añadiendo todo lo que se va averiguando. A efectos de organización existe un fichero de ese tipo para cada provincia del Imperio romano. Se trata de instituciones mantenidas por distintos países y aseguran su mantenimiento. El proyecto de recoger esas inscripciones arranca de Hübner y no ha tenido interrupción desde 1850 hasta la fecha. Es el proyecto de investigación mas antigua del mundo desde toda las disciplinas y además, durante la II Guerra Mundial el centro Cil se encuentra en Berlín (en la parte oriental), durante la Guerra Fría siguió funcionando.
6.      NUMISMÁTICA.
El tercer ámbito de las fuentes son las monedas, como ya hemos dicho. Plinio en el s. I a.C  tenia la extraña manía de recoger monedas que ya no servían pero el estudio como tal de la numismática tiene muchos menos años (desde el s. XVI), pero hasta el s. XIX no tiene una tradición científica. Empezamos a encontrar los primeros intentos de clasificación de forma que sirve para administrar datos para modificar algún aspecto de la historia antigua. Destaca Aureliano Fernández Guerra que es el editor de Quevedo, además de ser uno de los grandes investigadores en guerra y numismática y escribió muchos trabajos, empieza a preocuparse por el lugar de emisión, la cronología. A esta generación perteneció también Eduardo Saavedra, que tuvo una etapa laboral importante como ingeniero de ferrocarril y atravesó muchos enclaves arqueológicos y redactó el que se considera el primer tratado sistemático: estudio de la vía romana entre Uxama y Augustobriga (1861) se trata de un estuche con un dosier completo de los hallazgos con detalle de lo que contribuye un modelo de las publicaciones de su tiempo. Ligeramente más joven es el jesuita catalán Fidel Fita, que se dedicó sus últimos años a los estudios epigráficos y numismáticos. Lo que nos has quedado son cajas en las que le llegaban las monedas de aficionados y eruditos que recogían de la PI recogidos por la Real Academia de la Historia. Con esos hallazgos se fueron creando los mapas de dispersión de la numismática en Hispania antigua.
            En tiempos modernos se ha introducido nuevas técnicas que dan muy buenos resultados, la  principal será la publicación y exhibición de las copias en yeso numismáticas y no de las originales. Una moneda, con el tiempo produce una pátina que oscurece la pieza y si es muy oscuro el color nunca tendremos el nivel de detalle que si fuera de color blanco. El más mínimo detalle se traslada a la copia en yeso y con y con la fotografía sobre la copia lo podremos observar con una mayor precisión, sin embargo si esa fotografía se realiza sobre el original no se haría nada. A finales del s. XX el museo británico será el primero en utilizar esta técnica.

Podemos poner como ejemplo de este caso, tres monedas de la ceca de Sagunto en la que aparentemente las letras e imágenes no tenían el mínimo interés, pero al hacer el molde se veían detalles que permitieron saber que Sagunto fue una colonia de Pompeya antes de ser una ciudad.
            La sistematización de los hallazgos monetarias comienzan en las primeras décadas del s. XX  y para las acuñadas en la PI el libro de referencia sigue siendo el de Antonio Vives EscuderoLa moneda hispánica” (1926), pero para completarlo desde el museo del Louvre y del British se publica una serie “Roman provincial coinage”. Con esos volúmenes se han podido realizar los catálogos de las colecciones de las grandes instituciones, podemos poner como ejemplos el catálogo de las monedas hispánicas de la Real Academia de la Historia y otra más reciente que son los tesoros monetarios recuperados de la provincia de Valencia.
Con toda esa información se ha podido llegar a una cartografía de los lugares en los que se acuñó moneda en la Península Ibérica. Elemento muy importante ya que para la emisión de moneda es una decisión política que dispone de un recurso económico. La existencia de una ceca presupone por tanto la existencia de un magistrado y de un presupuesto económico, de esta manera podemos averiguar otros datos gracias a ésta, aunque muchas ciudades no se incorporen a este sistema de emitir monedas, todas las que emiten son ciudades, lo cual aporta muchas conclusiones. Imagen: mapa de las cecas que emitieron moneda en la que vemos mucha concentración en la zona meridional sobre todo en el valle del Guadalquivir. La moneda vale lo que vale el metal con el que está realizado, por eso en el mundo antiguo la presencia de moneda siempre indica una actividad económica, elemento que no ocurre actualmente. Esto suponía un problema en el mundo antiguo como el problema de pago a los legionarios en el que no se acepta ningún valor nominal que no sea las monedas, por lo que hay  que hacer mucha cantidad de moneda hasta llegar a ellos (el Estado ha de cargar los sacos de monedas y recorrer gran cantidad de km para pagarles). La presencia de ceca por tanto implica una mayor actividad económica y en el valle del Ebro se encuentra la mayor concentración de esas cecas, lo que obliga a un movimiento de capitales para su mantenimiento. En la costa mediterránea también hay un buen número de cecas, sobre todo en Cataluña y Valencia, además de una asilada en Galicia, Lugo y sur de Portugal y la actual Extremadura, en la que se bastaba con las producidas en el resto de las cecas.
La información numismática se actualiza diariamente y disponemos de muchos repertorios como la revista Numisma que edita la casa de la moneda española. Existen dos libros de referencia Historia, programa dinástico e iconografía en la moneda de Vespasiano y el libro de Las Legiones Hispánicas en Germania, Moneda y Ejército.
Para concluir, hay que destacar la importancia de Garcia y Bellido que murió en los años 70 y es el padre de la historia antigua de la Península Ibérica que realizó los trabajos de bases. 

[1] Monumento votivo romano de forma hexagonal en piedra y revestido de planchas de bronce decoradas y con inscripción.

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